viernes, 30 de octubre de 2009

SJÖWALL Y WAHLÖÖ - LA HABITACIÓN CERRADA

Sjöwall y Wahlöö, La habitación cerrada, Col. Esfinge nº 35, Noguer, Barcelona, 1974 (trad. del inglés de Enrique de Obregón)

Tras un verano en el que, a juzgar por sus cifras de ventas, nuestras playas, ciudades y montañas han debido estar plagadas de lectores de la novela de Stieg Larsson, Millenium, tan sólo nos queda ver cómo esos cientos de miles de ejemplares superan la más dura de las pruebas, el desafío del tiempo. Yo, que me cuento en el grupo de los lectores de segunda y aún tercera ola, es decir, aquéllos que se niegan a pagar treinta euros por un producto literario sin más garantía que la que pueda aportar la publicidad que se le haya dado, suelo preferir dedicar ese dinero a adquirir cuatro o cinco novelas de segunda mano en alguno de mis libreros-traperos habituales, menos actuales pero generalmente más interesantes. Es cierto que sus cubiertas suelen estar rozadas, sus páginas pueden amarillear ligeramente y, a veces, ser portadoras de estigmas en forma de rúbrica, sello o ex-libris del antiguo propietario, cicatrices que, incluso, llegan en ocasiones a añadir algún valor al libro. Pero el servicio que prestan es el mismo pues proporcionan un rato de lectura agradable, eso sí, a precio mucho más conveniente que el del último best seller.

En la pasada feria otoñal del libro antiguo y de ocasión de Madrid, tuve la fortuna de toparme con este ejemplar de la serie que el matrimonio sueco formado por Maj Sjöwall y Per Wahlöö dedicaron al inspector Beck, de la policía nacional sueca. Muchos consideran Sjöwall y Wahlöo como los precursores de un cierto estilo particular de narrar relatos policiales, creadores de una escuela cuyo más destacado discípulo sería Henning Manskell y que habría tenido como última expresion al autor de éxito póstumo Stieg Larsson. Apenas he leído a Manskell y, como advertía antes, probablemente no leeré a Larsson hasta dentro de algún tiempo, pero tengo la impresión de que en esto de las escuelas hay más de estrategia comercial, como nos demostró el editor Barral a finales de los años sesenta del siglo pasado, que de realidad literaria. Lo que constituye un evidente nexo de unión es que todos ellos ambientan sus novelas en Suecia, describiendo el paisaje físico y moral de la época en que escribieron.

Cubierta de un ejemplar de Roseanna, de Sjöwall y Wahlöo, publicado en la entrañable colección tardopulp "Club del Misterio", de la editorial Bruguera, en mayo de 1982. Gracias al oportuno concurso de Andrés Porcel, sabemos que el autor de la portada es Isidre Monés. Las ilustraciones interiores son de Eduardo Feito.


En la novela que hoy comentamos, el inspector de la sección de homicidios de la policía nacional Martin Beck regresa al trabajo después de una forzosa convalecencia tras haber sido gravemente herido de bala en Un ser abominable, narración que precede en el tiempo La habitación cerrada. La actividad de Beck, a quien le ha sido encomendado el caso de un muerto aparecido en la habitación cerrada que da título a la novela, se solapa con la que otros policías desarrollan con el fin de perseguir y encarcelar a los responsables de una ola de robos a bancos que se está produciendo en Estocolmo. Sin lugar a dudas, el personaje de Beck, divorciado que vive solo, policía herido que roza la cincuentena y paciente observador de cuanto acontece a su alrededor, es el que mayor originalidad aporta a la narración, ambientada en 1971. Al mismo tiempo, la aguda crítica que los autores hacen del famoso estado del bienestar sueco se ve aderezada con la oportuna descripción de las vidas de unos personajes sumidos en la mediocridad, no obstante las promesas de dicho estado. La joven madre abandonada por su marido que decide atracar un banco para ofrecer un futuro más halagüeño a su hija, el viejo estibador del puerto que es testigo del ocaso de un modo de vida, la desastrada casera de mediana edad que, a lo Miss Marple, combina una inteligencia penetrante con prosaicas aficiones culinarias, todos ellos encarnan a tipos que contrastan con la imagen que, de acuerdo con la propaganda, uno pudiera hacerse de la Suecia de los primeros setenta.

Encuadernación desplegada de La habitación cerrada, que muestra el magnífico diseño de la colección "Esfinge", de la editorial Noguer. No tengo referencias de quién pudiera ser el ilustrador.

Un país próspero, donde socialismo y capitalismo caminaban de la mano, en el que de manera armónica, tutela del estado y libertad del ciudadano parecían conformar una sociedad ideal. En efecto, las novelas de Sjöwall y Wahlöo son algo más que relatos policíacos ya que trasladan la visión que ambos tienen de la sociedad en la que viven. Una visión que esta forjada desde el pensamiento comunista de los autores. Quizá les parezca extraño a los más jóvenes entre quienes nos siguen que en un país controlado durante décadas por el socialismo pudiera existir una fuerza contestataria desde la propia izquierda... Pero estos no son asuntos que conciernan a nuestro negociado. Baste decir que treinta y cinco años después de su publicación en España, La habitación cerrada todavía se lee muy bien. Es más, llegaría incluso a decir que se lee con verdadero placer si no fuese porque, en ocasiones, la sucesión de nombres escandinavos se le hace a uno pesada y el conocimiento que uno tiene del callejero de Estocolmo es francamete limitado. A pesar de ello, estoy deseando rescatar de mi biblioteca matriz el ejemplar de Un hombre abominable que figura en mi fichero.

* * *

Sjöwall y Wahlöo son los apellidos de un equipo de escritores sueco, marido y mujer, que también escribieron novelas por separado. El sistema de redacción que solían seguir, por capítulos alternativos que narran una trama separada cada uno, favorece sin duda la presencia de dos plumas distintas. Los relatos escritos a dos manos no son infrecuentes en la literatura policial. Recientemente hemos visto pasar por Acotaciones a los autores americanos ocultos bajo el seudónimo de Mark Roscoe y nuestros seguidores conocen a buen seguro la obra de otras parejas famosas como Boileau y Narcejac o Frederick Dannay y Manfred Bennington Lee (Ellery Queen).

© Acotaciones, 2009



Maj Sjöwall y Per Wahlöö

jueves, 29 de octubre de 2009

ENERO - E. FREIXAS



FEBRERO - LONGORIA



MARZO - COLL



ABRIL - XIRINIUS



MAYO - C. FREIXAS



JUNIO - BOSCH



JULIO - GARCÍA NAVARRO



AGOSTO - RIERA ROJAS




SEPTIEMBRE - NIEBLA




OCTUBRE - ARMENGOL TERRÉS



NOVIEMBRE - TOMÁS



DICIEMBRE - BOCQUET



martes, 27 de octubre de 2009

DWIGHT V. BABCOCK

Dwight Vincent Babcock nació el 19 de febrero de 1909 en Iowa y falleció el 22 de abril de 1979 en Studio City, California. Fue conocido por realizar muchos guiones para películas de terror de serie B. Comenzó su carrera escribiendo relatos para pulps. Contribuyó de forma esporádica a Black Mask hasta establecerse definitivamente como guionista en Hollywood. Posteriormente, Babcock realizó infinidad de guiones para la Columbia, que dominó, a través de su división Screen Gems, la programación de la CBS durante los primeros sesenta.

JAMES B. HENDRIX

James Beardsley Hendrix (1880-1963) nació en Sauk Center, Minnesota. Hendrix trabajo como viajante, vaquero, pellejero y agente de seguros antes de participar en la carrera del oro hacia los campos del Klnodike. Sus experiencias en la búsqueda de oro inspiraron sus relatos del Gran Norte. Comenzó su carrera como escritor trabajando como reportero del Cincinnati Enquirer e inició sus éxitos con la publicación en 1915 de The Promise: A Tale of the Great Northwest. En 1926 publicó Downey of the Mounted, uno de los grandes personajes de las novelas del Gran Norte. Esta novela aparecería en la serie azul de la Biblioteca Oro con el título de Downey de la Policía Montada. Además de Downey, Hendrix creó el personaje Black John Smith, cabecilla de una pandilla de fuera de la ley asentados en Halfaday Creek, en plena frontera de Alaska. En total, Hendrix escribió a lo largo de su vida más de treinta novelas y colecciones de relatos.

AUTORES ORO: WILLIAM BYRON MOWERY

WILLIAM BYRON MOWERY William Byron Mowery (1899-1957) was known as "The Zane Grey of the Canadian Northwest." A teacher, naturalist and novelist, he was born in Adelphia, Ohio. He served in the Tank Corps during the last year of World War I.

From 1929 to 1948, he published fifteen novels and story collections that, as a total work, may be the most literate and realistic of the Mountie genre. Some of his best are HEART OF THE NORTH, PHANTOM CANOE, THE BLACK AUTOMATIC, VENGEANCE TRAIL, THE GIRL FROM GOD'S MERCIE and RESURRECTION RIVER. THE LONG ARM OF THE MOUNTED (1948) collected some of the best short Northwesterns ever written, including "The Long Shadow," "The Constable of Lone Sioux," and "A Lamb and Some Slaughtering."

JEROME BARRY

Autor de relatos de misterio, nacido en Brooklyn, Nueva York en 1894 y muerto en esa misma ciudad en 1975. Su principal detective es el dependiente de establecimiento de bebidas, Chick Varney. Leopard Cat's Cradle (Doubleday, Doran & Company, New York, 1942) es una de sus principales obras. Fue publicada en castellano en la Biblioteca Oro bajo el título de La cuna del gato.

H. ASHBROOK

Nacida en 1896 y muerta en 1946, Susannah Shane escribió bajo el seudónimo de H.(arriet) Ashbrook. El principal protagonista de sus novelas es Philip Spike Tracy. La Biblioteca Oro publicó "El misterio de la cebolla púrpura".

lunes, 26 de octubre de 2009

WILLIAM ARD - JOURNAL D'UNE SAUTERELLE

Version française

William Ard, Journal d'une sauterelle, Coll. Série Noire nº 151, Gallimard, Paris, 1953

Los primeros números de la Série Noire de Gallimard son una fuente inagotable de sorpresas, todas ellas agradables. La penúltima que ha pasado por nuestras manos es la narración del novelista norteamericano William Ard titulada The Diary (Rinehart and Co., New York, 1952) aparecida en Francia como Journal d'une sauterelle (literalmente, Diario de una jovencita) y en castellano como El diario (Jacobo Muchnik, Buenos Aires, 1955). En la novela, el atractivo detective Timothy Dane se ve envuelto en una compleja trama político-criminal que gira en torno a la desaparición del diario íntimo de la hija de un potentado que pretende hacer su entrada en la política para postularse al cargo de gobernador. Como buena niña malcriada, Diane Rebow, autora del controvertido diario, se interesa por todo y por nada. Lo mismo frecuenta los countries más selectos del estado de Nueva York que los más infectos antros de la ciudad, como el club "El Blanco", donde trabará conocimiento con el drogadicto y camello de tres al cuarto Ricci Navarro, con quien intima y se estrena, entre otras cosas, en el secreto placer de aspirar el humo de la marihuana.

Cubierta de un ejemplar de The Diary en edición de bolsillo, publicada por la Popular Library Paperback de Nueva York en 1953. La ilustración es mucho más prudente que otras de libros del mismo autor aparecidas posteriormente en esa misma editorial.

Navarro roba el diario a la chica con la aviesa y, como se verá, más que peligrosa intención de extorsionar a su creso progenitor. Es entonces cuando entra en danza Timothy Dane, joven pero experimentado investigador privado que tendrá por misión llegar a un acuerdo con Navarro para entregarle un buen fajo de billetes a cambio del dichoso diario. Todo empieza a ponerse feo cuando lo que se encuentra Dane en el piso superior de "El Blanco" no es otra cosa que los restos mortales del aprendiz de extorsionador con una buena cantidad de plomo encima. Pero el agudo detective enseguida se da cuenta de que algo que no encaja. Parece que antes de liquidar a Navarro alguien le propinó una fea, pero que muy fea, paliza...

Aquí les dejo, con la intriga de saber como sigue un relato que tiene su punto de emoción, su tanto de intriga y, lo que siempre es de agradecer, un buen cast de chicas guapas y bien formadas que pasean sus encantos por la mansión del millonario Sr. Rebow. En la línea de lo más hard-boiled de principios de los cincuenta, The Diary rezuma el almizcle característico de los mejores relatos del género. William Ard sabe como manejar los recursos narrativos para hacer que el lector no pierda uno solo de los detalles de la acción.

Cartel publicitario de la versión española de la película de Alfred Hitchcock, La soga (1948), cuya campaña de promoción dirigió William Ard, por entonces empleado de la Warner Bros.


Buen conocedor, según sus escuetos biógrafos, del territorio que describe en sus novelas, nada escapa a su implacable mirada, ni los policías venales, ni los políticos corruptos, como tampoco los mafiosos italianos que tratan de dar la impresión de ser personas decentes poniendo cara de ciudadanos ejemplares cuando se les pregunta por sus sucios tejemanejes. Por encima de todo, un Timothy Dane quien, si bien responde al cliché de detective duro, buen encajador y mejor pegador, además de guapo que trae a todas de calle, presenta al mismo tiempo no pocas dosis de sentido común y un moderado sentido del humor. Ciertamente, un serio candidato a entrar, como mínimo, en un honroso "top 30" de los detectives privados de la más negra de las series.

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William Ard (1922-1960) firmó algunas de sus novelas con este su nombre auténtico, aunque en muchas otras utilizó los seudónimos de Ben Kerr, Mike Moran, Thomas Wills y Jonas Ward, este último para la serie de novela dedicadas al amable protagonista de sus westerns, llamado Buchanan, a quien dedicó una amplio número de relatos. Lou Largo y Danny Fontaine fueron otros de los personajes creados por la pluma de William Ard. Trabajó como publicitario de la Warner Bros., donde asumió, entre otras, la responsabilidad de promociar la película Rope (La Soga, 1948) de Alfred Hitchcok.

© Acotaciones, 2009


SÉRIE NOIRE: WILLIAM ARD - JOURNAL D'UNE SAUTERELLE


William Ard, Journal d'une sauterelle, Coll. Série Noire nº 151, Gallimard, Paris, 1953

Les premiers numéros de la série Noire de Gallimard constituent une source inépuisable pleine d'agréables surprises. L'avant-dernière dont nous avons pu jouir jusqu'à présent est la narration du romancier américain William Ard qui porte le titre The Diary (Reinhart & Co., New York, 1952), roman paru en France sus le titre de Journal d'une sauterelle (traduction de J.G. Marquet), dont la version espagnole reçut celui de El diario (Jacobo Muchnik, Buenos Aires, 1955). Dans ce roman, l'attirant detective Timothy Dane se voit mêlé à une complèxe affaire politico-criminale qui tourne autour de la disparution du journal intime de la fille d'un gros magnat prêt à faire son entrée dans la politique comme candidat au poste de gouverneur. Comme tout enfant gâté, Diane Rebow, auteur du controversé journal, s'intéresse à tout et à rien. Nous la trouvons fréquentant les countries les plus chic de l'État de New York en même temps qu'elle se balade dans les plus infectes boîtes du patelin. Comme le club "El Blanco", où elle fera la connaissance du camé et dealer de rien du tout Ricci Navarro, avec qui elle tiendra de propos cofidentiels qui vont lui amener à faire son début dans le secret plaisir de l'aspiration de la fumée de la marijuana.

Couverture d'un exemplaire de The Diary en format poche, publié par Popular Library Paperback de New York en 1953. L'illustration est beacoup plus prudente que celles qui vont paraître plus tard dans des livres du même auteur de la même éditorial.

Profitant de son ascendant récemment acquis, Navarro va voler le journal de la fille dans l'espoir de pouvoir chanter un papa bourré de fric. C'est justement à ce moment là que Timothy Dane entre en scène. Jeune homme, mais déjà chevroné investigateur privé, Dane aura pour mission de passer un marché avec Navarro pour obtenir de lui le fichu journal, tout cela en échange d'une grosse liasse de dollars. L'histoire commence à prendre une mauvaise tournure lorsque Dane, monte au premier étage de "El Blanco" et se heurte avec la dépouille mortelle de l'apprenti de chanteur, qui porte une sacrée quantité de plomb sous la peau. Le fin detective se rend compte cependant qu'il y a quelque chose qui ne marche pas avec le machabbé. Il semble qu'avant de descendre Navarro quelqu'un s'est donné la peine de lui administrer un très vilain passage à tabac...

Je vous quitte ici, tout en vous laissant la curiosité de connaître la suite d'un récit que tient sa dose d'émotions, un certain suspense et, qui plus est, un excellent cast de jolies filles aux curves séduisantes prêtes à répandre ses charmes dans le quatre coins de la mansion du milliardaire Mr. Rebow. Dans le style le plus hard-boiled du début des années cinquante, The Diary dégage du parfum charactéristique des meilleurs récits du genre. William Ard sait maîtriser les resources de la narration de façon que le lecteur ne manque le moindre détail de l'action.

Affiche publicitaire de la version espagnole du film d'Alfred Hitchcock, La Corde (1948), dont la campagne de promotion fut menée par William Ard, à l'époque employé de la Warner Bros.

En tant que connaisseur, d'après ses biographes, du territoire qu'il décrit dans ses romans, que ce soient les policiers vénaux, les hommes politiques corrompus où les mafieux italiens qui font mine de personnes décentes et de citoyens exemplaires lorsqu'on leur demande pour ses sales affaires, rien n'échappe à son regard impitoyable. Dans ce scénario, un Timothy Dane, très dans le genre du detective rocheux, qui encaisse des gnons de gars costauds avec autant d'aisance qu'il leur en livre, mais qui pourtant s'avère en même temps comme un type possedant un remarquable sens commun, dont les rares veines d'humeur aigu ne sont pas d'ailleurs à mépriser. Certes, un sérieux candidat à se mettre sur les honorables rangs du "top 30" des detectives privés de la plus noire des séries.


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William Ard (1922-1960) signa quelques romans avec son nom authentique, bien que dans d'autres il préférera d'utiliser des noms de plume tels que Ben Kerr, Mike Moran, Thomas Wills et Jonas Ward, ce dernier dans la série de récits consacrés à l'aimable héros de ses westerns, Buchanan, auquel il va consacrer un très large nombre de narrations. Lou Largo et Danny Fontaine furent d'autres personnages crées par la plume de William Ard. Avant que le succès vienne, il gagnait sa croûte comme publiciste de la Warner Bros., où il fut responsable de mener la campagne de promotion du film Rope (La Corde, 1948) d'Alfred Hitchcock.


© Acotaciones, 2009, por la traducción y el texto original


miércoles, 21 de octubre de 2009

DAVID DODGE - LE CALUMET DE LA GUERRE


David Dodge, Le calumet de la guerre, Coll. "Série Noire" nº 150, Gallimard, Paris, 1953

Detectives de ficción ha habido muchos, pero pocos han sido ciertamente los elegidos para ingresar en el panteón de los personajes eternos. En este caso, James "Whit" Whitney, criatura del escritor norteamericano David Dodge, seguramente yace olvidado junto a su inventor en algún rincón del cementerio de la bella ciudad de San Miguel de Allende, en el estado mejicano de Guanajuato. De profesión censor jurado de cuentas en la ciudad de San Francisco, "Whit" se convierte en detective a la fuerza tras el asesinato de su socio George McLeod en la primera de las novelas que componen la serie en que Dodge le convierte en protagonista, Death and Taxes (The MacMillan Company, New York, 1941). El relato que justifica esta entrada, Le calumet de la guerre (It Ain't Hay -que quizá podría traducirse por ¡No es heno!), cierra el ciclo dedicado al asesor fiscal. Apareció publicada por entregas, a partir del número de noviembre de 1946 del célebre magazine Blue Book.

Magnífica cubierta de la primera edición de It Ain't Hay (Simon & Schuster, New York, 1946). Nótese la excelente recreación de los efectos maléficos que en el consumidor inmoderado produce el humo del cannabis sativa.

Con créditos de ese mismo año, la editora neoyorquina Simon & Schuster imprimiría los ejemplares de la edición hard cover. La trama es simple pero lo suficientemente elaborada para hacer del relato una lectura recomendable. En una San Francisco invadida por el humo de la marihuana procedente del otro lado de la frontera, el contrabandista Barney Steele pretende hacerse con los servicios de Whitney para lavar el dinero generado a partir del tráfico ilícito de la droga. Ante la negativa del fiscalista a formar parte del juego, el rudo Steele le envía a sus matones, quienes le proporcionan una paliza de aúpa. No les descubro más sobre el entretenido argumento de una narración en la que se fuma mucha marihuana, se bebe en cantidades industriales y por supuesto también se mata con relativa facilidad. Entre las curiosidades del relato se cuenta el hecho de que uno de los que colaboran con "Whit" en su venganza sobre el traficante Steele es un pescador de la bahía de San Francisco... ¡nacido en España!.

Cartel de la versión española de To Catch a Thief (Atrapa a un ladrón, 1955)película de Alfred Hitchcock basada en la novela del mismo nombre de David Dodge

Retazos de castellano aparecen a lo largo del mismo, pues el número de mejicanos que pululaban a mediados de los cuarenta por la ciudad del Golden Gate debía de ser considerable. Acostumbrados por los telefilmes americanos de los años setenta a conocer ya sea el paisaje urbano interior de la ciudad, con sus cuestas y sus tranvías, ya sea los alrededores del famoso puente, en Le calumet de la guerre el interés del autor se vuelve hacia los tugurios de la costa, del puerto pesquero y de las playas adyacentes a la ciudad californiana. Todos ellos tan interesantes como puedan ser cualesquiera otros antros de los que pueblan la novela negra desde sus comienzos. En suma, una buena narración detectivesca salpicada aquí y allá por trazos de un moderado -en comparación con otras de la misma época- estilo hard-boiled.

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David Dodge, nacido en Berkeley (California) el 18 de agosto de 1910, fue un autor particular. Al igual que su personaje, Dodge fue asesor fiscal antes de dedicarse por completo a la literatura popular. Su gran pasión fueron los viajes. Solía decir que mientras otros escritores viajaban para reunir material sobre el que escribir, el escribía para reunir dinero con el que viajar. Vivió con su mujer y su única hija en Francia, en Perú, en Guatemala y en Méjico. Allí, en San Miguel de Allende, donde muchos soldados norteamericanos (Dodge lo fue de la Navy) decidieron trasladarse una vez concluida la segunda guerra mundial, , le sorprendería la muerte en agosto de 1974. La obra que le proporcionó mayor renombre fue To Catch a Thief (Random House, New York, 1952) ya que fue llevada al cine por Alfred Hitchcock en 1955, en la película del mismo nombre, con Cary Grant y Grace Kelly desempeñando los papeles protagonistas.

© Acotaciones, 2009


David Dodge
(cortesía de la página web www.david-dodge.com, creada en su memoria)

viernes, 16 de octubre de 2009

HORACE Mc COY - ¿ACASO NO MATAN A LOS CABALLOS?

Horace Mc Coy, ¿Acaso no matan a los caballos?, Edicions 62 (Península), Barcelona, 1973 (Serie Negra Policial nº 29)

De esta pulp fiction escrita por el autor norteamericano Horace Mc Coy (1897-1955) se ha dicho en numerosas ocasiones que no se trata sino del relato de un reality show avant la lettre. Sin embargo, esta obra cardinal de la literatura popular norteamericana no es más que una pintura a lo vivo del desgarrador paisaje humano de la "Gran Depresión" que, desde otra perspectiva, abordara John Steinbeck en su obra Las uvas de la ira. Bien es verdad que el espectáculo descrito en sus páginas, un maratón de baile al que acuden parejas atraídas por premios en especie y en metálico, incluida la alimentación gratuita durante el concurso, tiene ciertos tintes de reality show, pues los bailarines son arrojados a una arena en la que el espectador se convierte en protagonista, al igual que ocurre en los espectáculos televisivos contemporáneos.

Cubierta de una edición norteamericana de ¿Acaso no matan a los caballos? (Penguin-Signet Books, New York, 1948). Pocos ejemplares deben quedar de la primera edición del libro (Simon & Schuster, New York, 1935), pues no se vendieron más que 3000.

Esto nos llevaría a equiparar el estado moral de la sociedad estadounidense en los tiempos del hambre y la miseria de la "Gran Depresión" con el de la sociedad actual, igual de zafia, pero ociosa y falsamente opulenta. Constatación errónea, pues la nuestra se parece más a las sociedades romana o bizantina apasionadas por los juegos circenses, donde el auriga (hoy el futbolista) era encumbrado como héroe nacional tanto por la chusma como por las más altas magistraturas, y los juegos (realities y no tan realities en la actualidad) eran seguidos con igual pasión por unos y por otros.

Con independencia de las comparaciones que puedan establecerse, el de Horace Mc Coy es, simplemente, un gran relato. El tratamiento de los personajes a través de un fluido diálogo, la atmósfera infernal que consigue crear, el ritmo angustioso de la narración,

"(...) LLEVAN BAILANDO...................783 HORAS
QUEDAN........................................26 PAREJAS"

resulta sencillamente magistral. Como resultado, un interés que nunca decae. El lector se identifica, compartiendo sus cuitas, con los protagonistas, Robert Syverton y Gloria Beatty -frustrados candidatos a entrar en el mundo de Hollywood que se ven obligados por la necesidad a participar en un espectáculo de ínfima categoría- y admira la generosidad de la señora Layden -patrocinadora de los pobres muchachos-. Siendo sinceros, en último extremo, el lector no hace otra cosa sino esperar con aprensión el momento de su caída final.

Pintura macabra de la sociedad norteamericana en los tiempos de la Gran Depresión, ¿Acaso no matan a los caballos? es algo más que un relato hard-boiled al uso. Es un ejercicio de pesimismo antropológico extraordinariamente reflejado por la pluma de
Horace Mc Coy. El símil veterinario que da lugar al título de la narración expresa, con la fuerza poética de una metáfora vanguardista, el vacío moral de una sociedad exhausta:

"(...) - ¿Porqué la has matado? -me preguntó el policía que iba sentado a mi lado.
- Ella me lo pidió.
- ¿Oíste ésto Ben?
- Es un muchacho muy servicial -dijo Ben por encima del hombro.
- ¿Es ésto lo único que puedes alegar?
- ¿Acaso no matan a los caballos?"


Es posible que nuestra sociedad, en muchos sentidos no tan lejana a la descrita en el relato de Mc Coy, requiera de lecturas como ¿Acaso no matan a los caballos? para tener, al menos, la valentía de contemplar su feo rostro en el espejo.


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Cubierta de un ejemplar del nº13 de la colección "Club del Misterio",con portada de Isidre Monés e ilustraciones interiores de Julio Vivas

¿Acaso no matan a los caballos? (They Shoot Horses, Don't They?, Simon & Schuster, New York, 1935, 1ª ed.) de Horace Mc Coy apenas vendió 3000 ejemplares y comenzó a ser conocida tras la segunda guerra mundial, gracias a su adopción como uno de los libros de referencia por los existencialistas franceses. La edición española que presentamos forma parte de la venerada colección "Serie Negra Policial" de las "Ediciones de Bolsillo", aparecida en los años setenta, con una pésima traducción. El relato fue llevado al cine por Sidney Pollack en 1969 y fue presentado en España bajo el título de Danzad, danzad, malditos. Como curiosidad para los más "pulperos" sirva señalar que Mc Coy fue uno de los escritores del magazine Black Mask. Recorrió las calles viviendo en la indigencia durante la "Gran Depresión" y su esposa tuvo que vender sus libros y su colección de discos de jazz para pagar su entierro.

jueves, 15 de octubre de 2009

MIKE ROSCOE - UNE TARTINE DE DÉCONFITURE

Mike Roscoe (seud.), Une tartine de déconfiture, Coll. "Série Noire", Gallimard, Paris, 1954

Como saben los seguidores más asiduos de Acotaciones, el nuestro es un blog que tiene por objeto contribuir a la difusión de la literatura popular a través, muchas veces, de un viaje sentimental en el tiempo. En esta línea se inscribe la entrada de hoy, consagrada a una de las colecciones del país vecino que mayor reconocimiento han obtenido a lo largo de los años. En efecto, la literatura policial en lengua francesa, ya sea autóctona o vertida del inglés ("américain", en el caso de los estadounidenses, rezan sus portadas), se agolpa en los anaqueles de mi memoria. En ellos ocupa un lugar de preferencia "Le livre de poche policier", derivada de "Le livre de poche", colección que M. Filippachi ideó a principios de los cincuenta con el fin de ofrecer al público los mejores títulos pasados y presentes, en edición económica pero decente, de la literatura francesa y universal. A ésta sigue en mis recuerdos, "Le masque" (la decana de las colecciones francesas), una selección de cuyos títulos comenzó a aparecer bajo la denominación de "Le club des masques", colección de la que es deudora nuestra "Selecciones de la Biblioteca Oro".

Cartel de La môme vert-de-gris (Bernard Borderie, 1953), basada en la novela de Peter Cheyney Poison Ivy (1937), con la que se inauguró la colección "Série Noire" de Gallimard. Fue traducida en castellano como Lemmy Caution.


Finalmente, se une a ambas la "Série Noire", con la que Gaston Gallimard introdujo en Francia la mayor parte de los relatos de autores americanos, llenos de tipos duros, policías corruptos, detectives privados sin escrúpulos, baby dolls y salomés del siglo XX, junto a otros personajes-tipo que configuran todo un género, la novela negra, que aún pervive hoy bajo nuevas formas, más acordes con los tiempos actuales. Dashiell Hammett, Ed McBain, Peter Cheyney, Horace McCoy, Chester Himes, Jim Thompson... ¿estos nombres les dicen algo? Por supuesto que sí. Son algunos de los príncipes de un género (plagado de subgéneros) basado en un estilo muy hard-boiled, directo, crudo, muchas veces agrio y siempre expresionista merced a sus claroscuros, que, entre otras cosas, atrajo muy pronto las miradas de los productores de cine, gracias a cuyo interés contamos hoy con obras maestras del celuloide. Fundada en 1945, la "Série Noire" adopta su formato más longevo, cubierta negra con títulos en amarillo, enmarcada en una orla blanca, en 1948, de la mano de Pablo Ruiz Picasso. En la actualidad, su fondo está constituido por más de dos mil títulos entre los que se cuentan algunos de los mejores relatos detectivescos del siglo XX.

Tanto hubiera dado que comenzásemos por éste libro que hoy presentamos como por cualquier otro, pues el resultado hubiera sido el mismo. La gran mayoría de los títulos de la colección son novelas cuya trama relativamente compleja y ritmo narrativo trepidante hacen las delicias del aficionado. Eso sí, el uso indiscriminado, pero indispensable, del argot por parte de los autores, obliga al lector a estar familiarizado con términos tales como bourrique, came, clebs, clope, gnôle, flingue, grisbi, macchabé, nigaud, piaule, schnouf, taule, valser, zigoto, zigouiller, por citar algunas de esas sonoras, vulgares, callejeras y bellas palabras de las que la lengua de Racine esta trufada. Bajo el seudónimo "Mike Roscoe", se esconden en realidad dos
investigadores privados, John Roscoe y Mike Russo, que en Une tartine de déconfiture (Slice of Hell, 1954) desarrollan una de las cinco aventuras que constituyen la serie de novelas dedicadas al personaje de Johnny April, detective de Kansas, inspirado en la figura del inmarcesible Mike Hammer.

Portada de la edición en tapa blanda (Signet Books) de Slice of Hell (Crown Publishers, New York, 1954), tercera de las novelas que componen la serie dedicada por Mike Roscoe al detective Johnny April.


Con trazos más gruesos y recursos narrativos menos logrados que los de Mickey Spillane, Roscoe consigue no obstante desarrollar aceptablemente una trama capaz de mantener la atención del lector. A pesar de expresar sus críticas sobre la predictibilidad de la trama y la poca verosimilitud de algunas de las expresiones de los personajes, el "blogger" James Reasoner, en su sección "libros olvidados", explica así porqué recomienda el libro: "... está escrito en un extraño, impactante estilo, al que uno tarda un poco en acostumbrarse, pero que resulta muy efectivo cuando lo consigues". Nada más cierto, pues la artificiosidad de los diálogos no está reñida con una relativa simplicidad que permite al lector seguir la trama sin dificultad, algo que no siempre sucede con las obras del género. Por otro lado, el protagonista transmite la suficiente confianza al lector como para adherirse, en la medida en que esto sea posible, a sus poco ortodoxos procedimientos y disparatada forma de actuar. No es Mike Hammer, pero Johnny April merece que se le reserve un lugar, aunque sea pequeño, en el elenco de famosos detectives de la literatura popular. Eso sí, en la sección de "detectives de provincias".

© Acotaciones, 2009


domingo, 11 de octubre de 2009

GRANDES AUTORES


Autores selectos de la Bibloteca Oro (III): Edison Marshall

Edison Marshall debutó como autor en el venerado y venerable magazine Argosy, para después iniciar su carrera como autor de novelas con The Voice of the Pack (1920), carrera que proseguiría con una veintena de obras de éxito entre las que podemos citar Great Smith (1943) Yankee Pasha (1947) Gypsy Sixpence (1949) o Caravan to Xanadu: a novel of Marco Polo (1952).


Autores selectos de la Bibloteca Oro (II): Mark Channing

Llega el turno ahora para Mark Channing, seudónimo de Leopold Aloysius Matthew Jones, autor británico nacido en Kentish Town (Londres) en 1879. Fue el autor de cuatro novelas de aventuras ampliamente difundidas, El Rey Cobra, La montaña envenenada y Nueve vidas, ambientadas en la India, y El Pitón Blanco, situada en el Tibet.


Autores selectos de la Bibloteca Oro (I): Edgar Wallace

La Biblioteca Oro, de la editorial Molino, inició su andadura en diciembre de 1933 de la mano de uno de los más prolíficos y singulares autores de novelas de misterio, Edgar Wallace. (...) En 1905 publica su primera y más conocida novela, Los cuatro hombres justos (The Four Just Men), iniciando así una exitosa carrera como escritor.


Don Pablo Molino y el secreto de la eterna Juventud

¡Qué sería de nosotros sin el legado imperecedero de Don Pablo Molino! En está entrada se exploran sus comienzos dentro de la editorial Juventud, su salida de la misma y las razones que le llevaron a crear la famosa "Biblioteca Oro" y la "Colección Molino", con las que se daría carta de naturaleza definitiva a la novela popular española.



Extravagancias de un lunático: Harry Stephen Keeler

¿La de Harry Stephen Keeler es la obra de un autor extravagante o de un loco genial? Desisto de hacerme esta pregunta, que muchos aficionados plantean. Me conformo con disfrutar del nuevo y, a buen seguro, gratificante reto de conseguir otra novela de este magnífico autor, como "La cara del hombre de Saturno".



Pierre Benoit, gran maestro de la aventura

La obra de Pierre Benoit constituye, en su conjunto, una contribución de primer orden al género de la novela de aventuras. Situada en el máximo nivel, tanto por su dominio de la técnica argumental como por la calidad de sus personajes y la pureza de su estilo, su producción dista mucho de poder ser asimilada a la de la mayoría de los autores convencionalmente integrados bajo esa etiqueta.



Julio Verne - Aventuras de tres rusos y tres ingleses en el África austral (1872)

Si me hubiera dejado llevar exclusivamente por mi admiración haia el egregio maestro de la aventura, nunca hubiera elegido "Aventuras de tres rusos y tres ingleses en el África Austral" para comenzar una hipotética serie sobre el autor, ya que es uno de los Viajes Extraordinarios que en menor medida hace honor a dicho apelativo, aunque no deja de aportar referencias útiles al lector contemporáneo.


Crónicas de la aventura: Luigi Motta [LISTA Y PORTADAS] [RESEÑAS HISTÓRICAS] ¡ACTUALIZADO!
Las obras de Luigi Motta fueron publicadas por Maucci entre 1925 y 1928, en formato 14 x 25 con tapas tanto duras como blandas. Más tarde, probablemente a mediados de los años cuarenta se incorporaron algunos títulos a la colección popular “Viajes y Aventuras” de esta editorial, que mantuvo su publicación hasta algunos años después de la guerra civil.

ALGO DE RUIDO

Krautrock: los hierbateros del rock ¡NUEVO!

Navidad con Waldo de los Ríos

Música y nostalgia

Acotando el rock progresivo

Procol Harum

Jethro Tull - Stormwatch (1979)

OTRO PAPEL


El Jabato - Facsímil de un héroe

A principios del mes de enero de este año 2010, la editorial Planeta-Agostini acaba poner a la venta una edición facsímil de las aventuras de El Jabato, concretamente de los tomos "gordos" en que las aventuras venían recogidas de cuatro en cuatro. ¡Enhorabuena a los aficionados a las aventuras del adalid íbero!


La "Malavita", según Lombroso

Una vida y una obra como las de Cesare Lombroso no pueden pasar desapercibidas a quien se interese, siquiera mínimamente, en cuanto se oculta tras el crimen como manifestación inhabitual del comportamiento humano. De ahí que Acotaciones dedique una entrada al criminalista italiano.


Mi experiencia con Céline

Cayó en mis manos durante las pasadas Navidades un número de la revista mejicana Replicante, en el que se consagra una sección a autores que han merecido en algún momento el calificativo de "malditos". En dicho elenco figuran, entre otros, Drieu de la Rochelle y Céline. Muy atinada, en mi criterio, la elección hecha por la publicación, pues ambas son personalidades centrales de la moderna literatura francesa. En el caso de Céline, de la literatura universal. Algo de mi experiencia como lector de Louis-Ferdinand en este artículo.








Pierre Benoit, gran maestro de la aventura

Benoist-Méchin en la fábrica de Voves

Ressemblances: Céline et Léon Bloy

Colección de libros (subvencionada) para tiempos de crisis

SERIE NEGRA


James M. Fox - Renversez la vapeur!

Me he llevado una gran sorpresa, y de las agradables, tras la lectura de la entretenidísima novela que presentamos en la entrada de hoy, obra firmada por James M. Fox (seudónimo bajo el que se oculta el nombre de su verdadero autor, Johannes Matthijs Willem Knipscheer, nacido en La Haya en 1908 y muerto en Los Angeles en 1989, quien también usó el seudónimo Grant Holmes).




Richard S. Prather - Un beau carton

En medio de un par de tediosas excursiones por la mediocridad popular-novelesca, surgió como una perla de su maltrecha aunque nacarada concha, la extraordinaria novela Everybody had a gun, titulada en su versión francesa como Un beau carton (versión castellana, Todos tenían una pistola), joya del entretenimiento económico debida a la soberbia pluma del recientemente fallecido escritor norteamericano Richard S. Prather.



Terry Stewart - La soupe à la grimace

¿Terry Stewart? Suena demasiado anglosajón. Lo cierto es que el autor francés Serge Arcouët no se rompió demasiado la cabeza a la hora de elegir un seudónimo para escribir novelas. Sin embargo, consiguió lo que quería: escribir relatos de lo más hard boiled, siguiendo la estela de los grandes autores norteamericanos como La soupe à la grimace.




Lawrence Block - The Girl with the Long Green Heart

El escritor norteamericano Lawrence Block nos presenta en The Girl with the Long Green Heart, recientemente reeditado en la colección "Hard Case Crime", aunque por desgracia todavía inédito en castellano, a un estafador recién salido de la cárcel que recibe la visita de otro profesional para proponerle un buen negocio. Entonces, una mujer se mezcla en sus asuntos e inevitablemente las cosas empiezan a ir peor...





James M. Cain - El cartero llama dos veces / El estafador

El cartero (siempre) llama dos veces (The Postman Always Ring Twice, Alfred A. Knopf, New York, 1934) destacó desde su publicación por levantar una gran polvareda en los medios literarios y entre los propios lectores. No descubriríamos nada si dijéramos que estamos ante una novela de las que merecen ser leídas no una sino varias veces a lo largo de la vida.




Margaret Millar - Sólo monstruos

Una mujer desubicada en un remoto rincón de los Estados Unidos, un esposo insatisfecho que vive condicionado por el recuerdo de su padre fallecido en accidente y por la presencia autoritaria de su madre, configuran, junto a una familia mexicana que vive en el rancho y unos temporeros que atraviesan clandestinamente la frontera, un brillante cuadro objetivo de la sociedad rural del sur de California a finales de los años sesenta.



James M. Cain - Al final del arco iris

En el plano literario, Al final del arco iris presenta afinidades, por la linealidad y la concreción argumental de la trama con obras de autores coetáneos, como ¿Acaso no matan a los caballos?, de Horace McCoy. El estilo es directo, pero no descarnado, como consecuencia acaso de que esta novela fue escrita en 1975 cuando el género había sufrido ya considerables transformaciones.




Sjöwall y Wahlöo - La habitación cerrada

En la novela que hoy comentamos, el inspector de la sección de homicidios de la policía nacional Martin Beck regresa al trabajo después de una forzosa convalecencia tras haber sido gravemente herido de bala en Un ser abominable, narración que precede en el tiempo La habitación cerrada.





William Ard - Journal d'une sauterelle

En Journal d'une sauterelle (The Diary, 1948), de el autor estadounidense William Ard, el atractivo detective Timothy Dane se ve envuelto en una compleja trama político-criminal que gira en torno a la desaparición del diario íntimo de la hija de un potentado que pretende hacer su entrada en la política postulándose para el cargo de gobernador.





David Dodge - Le calumet de la guerre

Detectives de ficción ha habido muchos, pero pocos han sido ciertamente los elegidos para ingresar en el panteón de los personajes eternos. En este caso, James "Whit" Whitney, criatura del escritor norteamericano David Dodge, seguramente yace olvidado junto a su inventor en algún rincón del cementerio de la bella ciudad de San Miguel de Allende, en el estado mejicano de Guanajuato.




Horace Mc Coy - ¿Acaso no matan a los caballos?

De esta pulp fiction escrita por el autor norteamericano Horace Mc Coy (1897-1955) se ha dicho en numerosas ocasiones que no se trata sino del relato de un reality show avant la lettre. Sin embargo, esta obra cardinal de la literatura popular norteamericana no es más que una pintura a lo vivo del desgarrador paisaje humano de la "Gran Depresión" que, desde otra perspectiva, abordara John Steinbeck en su obra Las uvas de la ira.



Mark Roscoe - Une tartine de déconfiture

Bajo el seudónimo "Mike Roscoe", se esconden en realidad dos investigadores privados, John Roscoe y Mike Russo, que en Une tartine de déconfiture (Slice of Hell, 1954) desarrollan una de las cinco aventuras que constituyen la serie de novelas dedicadas al personaje de Johnny April, detective de Kansas, inspirado en la figura del inmarcesible Mike Hammer.