Horace Mc Coy, ¿Acaso no matan a los caballos?, Edicions 62 (Península), Barcelona, 1973 (Serie Negra Policial nº 29)
De esta pulp fiction escrita por el autor norteamericano Horace Mc Coy (1897-1955) se ha dicho en numerosas ocasiones que no se trata sino del relato de un reality show avant la lettre. Sin embargo, esta obra cardinal de la literatura popular norteamericana no es más que una pintura a lo vivo del desgarrador paisaje humano de la "Gran Depresión" que, desde otra perspectiva, abordara John Steinbeck en su obra Las uvas de la ira. Bien es verdad que el espectáculo descrito en sus páginas, un maratón de baile al que acuden parejas atraídas por premios en especie y en metálico, incluida la alimentación gratuita durante el concurso, tiene ciertos tintes de reality show, pues los bailarines son arrojados a una arena en la que el espectador se convierte en protagonista, al igual que ocurre en los espectáculos televisivos contemporáneos. Cubierta de una edición norteamericana de ¿Acaso no matan a los caballos? (Penguin-Signet Books, New York, 1948). Pocos ejemplares deben quedar de la primera edición del libro (Simon & Schuster, New York, 1935), pues no se vendieron más que 3000.
Esto nos llevaría a equiparar el estado moral de la sociedad estadounidense en los tiempos del hambre y la miseria de la "Gran Depresión" con el de la sociedad actual, igual de zafia, pero ociosa y falsamente opulenta. Constatación errónea, pues la nuestra se parece más a las sociedades romana o bizantina apasionadas por los juegos circenses, donde el auriga (hoy el futbolista) era encumbrado como héroe nacional tanto por la chusma como por las más altas magistraturas, y los juegos (realities y no tan realities en la actualidad) eran seguidos con igual pasión por unos y por otros.
Con independencia de las comparaciones que puedan establecerse, el de Horace Mc Coy es, simplemente, un gran relato. El tratamiento de los personajes a través de un fluido diálogo, la atmósfera infernal que consigue crear, el ritmo angustioso de la narración,
"(...) LLEVAN BAILANDO...................783 HORAS
QUEDAN........................................26 PAREJAS"
resulta sencillamente magistral. Como resultado, un interés que nunca decae. El lector se identifica, compartiendo sus cuitas, con los protagonistas, Robert Syverton y Gloria Beatty -frustrados candidatos a entrar en el mundo de Hollywood que se ven obligados por la necesidad a participar en un espectáculo de ínfima categoría- y admira la generosidad de la señora Layden -patrocinadora de los pobres muchachos-. Siendo sinceros, en último extremo, el lector no hace otra cosa sino esperar con aprensión el momento de su caída final.
Pintura macabra de la sociedad norteamericana en los tiempos de la Gran Depresión, ¿Acaso no matan a los caballos? es algo más que un relato hard-boiled al uso. Es un ejercicio de pesimismo antropológico extraordinariamente reflejado por la pluma de Horace Mc Coy. El símil veterinario que da lugar al título de la narración expresa, con la fuerza poética de una metáfora vanguardista, el vacío moral de una sociedad exhausta:
"(...) - ¿Porqué la has matado? -me preguntó el policía que iba sentado a mi lado.
- Ella me lo pidió.
- ¿Oíste ésto Ben?
- Es un muchacho muy servicial -dijo Ben por encima del hombro.
- ¿Es ésto lo único que puedes alegar?
- ¿Acaso no matan a los caballos?"
Es posible que nuestra sociedad, en muchos sentidos no tan lejana a la descrita en el relato de Mc Coy, requiera de lecturas como ¿Acaso no matan a los caballos? para tener, al menos, la valentía de contemplar su feo rostro en el espejo. * * *
Cubierta de un ejemplar del nº13 de la colección "Club del Misterio",con portada de Isidre Monés e ilustraciones interiores de Julio Vivas
¿Acaso no matan a los caballos? (They Shoot Horses, Don't They?, Simon & Schuster, New York, 1935, 1ª ed.) de Horace Mc Coy apenas vendió 3000 ejemplares y comenzó a ser conocida tras la segunda guerra mundial, gracias a su adopción como uno de los libros de referencia por los existencialistas franceses. La edición española que presentamos forma parte de la venerada colección "Serie Negra Policial" de las "Ediciones de Bolsillo", aparecida en los años setenta, con una pésima traducción. El relato fue llevado al cine por Sidney Pollack en 1969 y fue presentado en España bajo el título de Danzad, danzad, malditos. Como curiosidad para los más "pulperos" sirva señalar que Mc Coy fue uno de los escritores del magazine Black Mask. Recorrió las calles viviendo en la indigencia durante la "Gran Depresión" y su esposa tuvo que vender sus libros y su colección de discos de jazz para pagar su entierro.
2 comentarios:
Se agradece infinatamente su reaparición tras unos meses de "impasse". La selección de autores no puede ser más acertada. Corro en busca de David Lodge y Mark Roscoe.
Gracias por este extraordinario trabajo.
Bienvenido su comentario, Andrés, y muy de agradecer su elogio. Espero que le llegara mi tardía contestación a su amable correo electrónico.
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