Para El Abuelito, que estará ahora leyendo un folletín o extasiado ante el cinematógrafo mientras respira la atmósfera deliciosamente viciada de su Desván
¿Qué estamos realmente haciendo -me pregunto yo- quienes dedicamos desde hace años todo o parte de nuestro tiempo a caminar como fantasmas por los polvorientos corredores de esta casa desolada cuya silueta triste se proyecta en los arrabales de la cultura convencional?