sábado, 18 de abril de 2009

BIBLIOTECA ORO (ESPAÑA - SEGUNDA SERIE, AMARILLA Y AZUL 147-161)

Números 147 al 161

147 A. Torralbo Marín - Aventurero a la fuerza (AZ)

148 R. Austin Freeman - El mono de barro

149 Vicente Arias Archidona - El caso del criado Guaraní

150 Stuart Palmer - El enigma del avión

151 Jose J. Morán - El misterio de las siete trompetas

152 Edgar Wallace - El jeroglífico

153 Erle Stanley Gardner - El caso del ojo de cristal

154 S.S. Van Dine - El asesino fantasma

155 Manuel Vallvé - El señor del fuego (AZ)

156 Erle Stanley Gardner - El fiscal acorralado

157 J. Figueroa Campos - El misterio de los tres suicida

158 Agatha Christie - Poirot en Egipto

159 Herbert Adams - ¿Quién asesinó a Ankarets?

160 I. Sandoval Wells - Garras embrujadas (AZ)

161 A.A. Fair - Agencia de detectives
















LA SEGUNDA SERIE DE LA COLECCIÓN MOLINO: EL FIN DE UNA ÉPOCA

Los seguidores de "Acotaciones" más proclives a la obediencia estricta al orden cronológico se preguntarán porqué consagramos esta entrada a la seguda serie de la "Colección Molino" antes de hacerlo a la primera. No hay que darle muchas vueltas a la cuestión, baste decir que tenemos la intención de ofrecer material más "reciente" de lo habitual (total, el primer número de la colección "sólo" tiene cincuenta y siete años). De esta manera, esperamos responder a las peticiones de algunos de nuestros lectores, quienes deseaban ver al lado del añejo material que nos gusta algunos de los títulos que leyeron en su juventud. Los más puristas no deben preocuparse, prometo presentar en breve la "Colección Molino" original, así que no hará falta más que armarse con un poco de paciencia para poder disfrutar de uno de los grandes clásicos de nuestra literatura popular.

Comienzo por decir que estamos ante una colección que puede ser calificada de "transición", ya que pretendió ofrecer a los lectores de la época una muestra de los clásicos eternos de la aventura en un formato renovado, diferente al que desde 1934 venía caracterizando a la primera serie de la "Colección Molino", sin entrar de lleno todavía en el formato de bolsillo, que será el que domine el panorama editorial desde finales de los cincuenta en adelante y en el que Molino ya había hecho su entrada a través de la magnífica "Selecciones de la Biblioteca Oro". Aquélla se presentaba en un atractivo cuarto menor, con cubierta ilustrada sobre fondo rojo, en tapas tanto duras como blandas. Las tapas duras serían abandonadas hacia la mitad de la colección, coincidiendo con el retorno de Molino a España, para ofrecerse a partir de entonces tan sólo con tapas blandas.

Tras la guerra, los gustos del público juvenil, al que mayoritariamente fue dirigida la "Colección Molino", iban a cambiar. El hiato que supuso el conflicto se extendió en términos generacionales hasta los cincuenta, en que se manfiestan los primeros síntomas de un crecimiento de la tasa de natalidad, precursores del llamado "baby boom". Así pues, entre muchos de los lectores adolescentes de la primera y de la segunda serie mediará más de una década. De este modo, era preciso dar respuesta a la demanda de esta nueva cohorte de lectores de postguerra, ávidos -como los de la generación
anterior- de aventuras emocionantes, pero deseosos de vivirlas a través de productos modernos, que respondieran más fielmente a los nuevos imaginarios, como el creado por el cine, y adaptados a los espacios y estilos de vida contemporáneos.

En ese afán de renovación, la segunda serie adoptará un formato de octavo mayor "cuadrado", con tapas en cartoné blando, también ilustradas, y adornadas con el color rojo característico de la colección, aunque ahora aderezado con un diseño geométrico formado por bandas horizontales de color gris. Asimismo, una edición especial de la colección se ofreció en tapas duras de tela, destinado probablemente a un público más preocupado que el juvenil por la circunspección en el aspecto exterior de su biblioteca. El interior, al igual que en su predecesora, se encuentra profusamente ilustrado, de la mano tanto de antiguos valores del lápiz patrio (Freixas, Bocquet, Riera Rojas) como de nuevos valores de la plumilla (Coll, Moreno, Lozano Olivares). Obviamente, la nueva colección ofrecerá los textos repartidos en un número mayor de páginas, manteniendo siempre el formato a doble columna.

Enmarcada, no obstante, dentro de una cierta continuidad con la "Colección Molino" original, la segunda serie no se limita a operar meros cambios cosméticos respecto a su predecesora. Así, Molino ofrecía al lector muchos de los títulos pertenecientes a su fondo editorial que no habían sido publicados en España. En efecto, algunos de ellos habían aparecido en la versión Argentina de la "Colección Molino" y otros simplemente no habían visto la luz desde hacía casi veinte años, cuando todavía no estaban libres de derechos y, consecuentemente, sólo podían ser publicados por las editoriales titulares de los mismos. A diferencia de la primera serie, basada principalmente en Verne (primera mitad) y Karl May (segunda mitad), pero también nutrida en buen número por obras de otros autores, la nueva colección se apoyara de manera exclusiva en las obras de ambos hasta bien mediada la colección (con la excepción de dos narraciones insulares escritas por dos famosos Robertos: "La isla de Coral", de Roberto M. Ballantyne y "La isla del tesoro", de
Roberto Luis Stevenson). Será, sin embargo, en el número 25 ("El rey de la pradera") cuando aparezca una importante novedad en la colección, con la incorporación de Salgari, autor hasta entonces exclusivo de Calleja (excepción hecha de los "raros" y "falsos" editados por Maucci y de algunos títulos publicados por la "Colección Molino" en Argentina) tras la adquisición en los años veinte por parte de esta editorial de los derechos de algunas de sus obras a "La Novela Ilustrada". ¡Quién no se ha extasiado alguna vez con las preciosas ediciones primitivas de Calleja, en tela, con ilustraciones muy "fin de siglo", así como las no menos atractivas que el editor madrileño realizó en rústica con ilustraciones de cubierta por Penagos! Ya fuere por la extinción para aquel entonces de los derechos del escritor veronés, ya como consecuencia de la adquisición de los mismos por Don Pablo al declinante emporio de Don Saturnino, el caso es que Molino consigue cerrar con Salgari la terna de maestros de la aventura, lo que de paso convertirá a la serie que nos ocupa en la primera colección española (y probablemente la única) en la que títulos de estos tres grandes autores figurarán juntos.

Fechado el primer número en 1952 ("De la tierra a la Luna", de Verne), la editorial de la calle Urgel tomará en 1957 la decisión de cerrar la colección, coincidiendo con la publicación de su número 48 ("El continente misterioso", de Salgari). ¿Cuáles pudieron ser las razones que llevaron a esta decisión cuando, con seguridad, todavía quedaba bastante material para extender durante
algún tiempo su período de vida ? (Recordemos que su predecesora alargó su presencia durante diecisiete años). Suponemos que hay que buscarlas, como siempre, en las circunstancias del mercado. Como hemos señalado anteriormente, la segunda serie de la "Colección Molino" constituía un producto de transición, en la medida en que, en el apartado estético, renovaba el formato "clásico" de Molino sin entrar definitivamente en ofrecer un formato moderno, es decir, más próximo al de bolsillo. Fue, si se quiere, la respuesta del editor español más importante de su tiempo a una situación coyuntural dentro del segmento juvenil del mercado de la edición de los cincuenta. Pero es preciso tener en cuenta además que, a finales de esa década, el mercado editorial formado por los libros dirigidos a los jóvenes había comenzado a recobrar su vigor. Salido éste de su decaímiento, nuevos competidores amenazaban seriamente -al igual que en otros nichos dentro de la novela popular- la supremacía de la editorial barcelonesa.

Por un lado, heredera de la experiencia y el abolengo dentro del sector de la mítica editorial "Gato Negro", Bruguera se postulaba ya como el nuevo líder del mercado infantil y juvenil, con su batería de escritores y artistas trab
ajando infatigablemente en el lanzamiento del que sería producto dominante a partir de esa década: el tebeo. Ello condujo a sus responsables a poner en práctica una idea aparentemente arriesgada que, no obstante, acabaría siendo todo un éxito, como fue la de combinar textos convencionales con páginas en las que aparecían viñetas narradas. La colección, nacida en 1955, incluía estas viñetas, triunfando en el mercado editorial durante la década de los sesenta, desde donde prolongaría su éxito hasta casi nuestros días a través de distintas ediciones bajo la denominación de "Historias Selección". Con cientos de títulos en su haber que van desde la novela histórica a la romántica, pasando por el género de aventuras, la colección de Bruguera conquistaría el favor de los jóvenes a lo largo de dos décadas. Estas ediciones, que además estaban resumidas para facilitar su lectura (un síntoma adicional, y algo preocupante, del cambio de era), tuvieron su paralelo durante algún tiempo en otra empresa editorial de Bruguera, la "Colección Corinto".

Por otro lado, en una línea ciertamente más conservadora que la de Bruguera, comenzaron a surgir nuevas iniciativas editoriales dispuestas a lanzar colecciones consagradas a los maestros clásicos de la aventura (ahora libres de derechos), como Mateu, con su "Colección Juvenil Cadete", las argentinas TOR y Difusión (distribuídas con mayor o menor regularidad en España) o Apostolado de la Prensa, entre otras. Al mismo tiempo, editoriales que apenas habían sobrevivido a la guerra con algunas reediciones de sus fondos, como Sopena, iniciarían pronto una nueva andadura, adscribiéndose de manera progresiva al novedoso formato de bolsillo. Es decir, los nuevos tiempos exigían nuevos productos, algo que era incompatible con el mantenimiento de colecciones como la que nos ocupa. Por ello Molino, desde 1955, había salido al mercado con una nueva serie de colecciones monográficas, la primera de ellas compuesta por títulos
de Salgari, seguida, en 1957, por otra de Julio Verne y, completada en 1959, por una basada íntegramente en obras de Karl May. Estas colecciones se presentaban en formato más reducido, con cubiertas en cartoné plastificado y camisas, ambas con la misma ilustración. El producto era decididamente más adecuado a los tiempos, pues la calidad del papel, superior, el formato, en mayor medida atractivo, y las ilustraciones, más en línea con las últimas tendencias, hacían de estos libros un producto totalmente moderno. Sin que portaran el distintivo de la "Colección Molino", estas tres series pueden ser consideradas sus sucesoras naturales. Incluso, por razones comerciales, Molino decidió en el número 43 trasladar el distintivo de la serie ("Colección Molino" sobre fondo azul) desde la portada a la contraportada (¿acaso pensó en algún momento seguir utilizando la veterana franquicia en el nuevo producto, decisión que luego sería revocada para sustituirla por el nombre del autor de cada serie?).

Ciertamente, la segunda serie de la "Colección Molino" resulta interesante tanto para el coleccionista como para el aficionado por marcar el fin de una época y prefigurar algunos rasgos de la que sigue. Con élla culmina y concluye toda una tradición en la edición de obras dentro del campo de la literatura juvenil que se remonta, en España, al tercer cuarto del siglo XIX, cuando aparecieron los primeros cuadernos de Verne y Mayne Reid en la Imprenta de Gaspar. Con su cancelación, Molino, de quien no nos cansaremos de decir que su contribución a la cultura popular en España es impagable, sella probablemente el acta de defunción de un estilo de edición que perduró, con distintas variantes y -obvio es decirlo- una progresiva evolución, durante casi un siglo. Un estilo del que conservamos en la memoria nombres tan importantes como el del mencionado Gaspar y Roig, el de Sáenz de Jubera, Sopena, Calleja, Gustavo Gili o Maucci, a quienes desde las páginas de Acotaciones queremos rendir nuevamente un modesto pero sincero homenaje.

© Acotaciones, 2009

"COLECCIÓN AMARILLA" DE LA EDITORIAL MAUCCI

En la entrada dedicada a la colección "Viajes y Aventuras" de la editorial Maucci, hacíamos referencia a otras colecciones de la editorial publicadas en la postguerra. Entre ellas, la "Colección Amarilla", dedicada íntegramente a relatos policíacos y de misterio en la que se mezclan títulos "antiguos", como los de Edgar Wallace o Wilkie Collins, con otros de autores contemporáneos a la colección, muchos de ellos de escritores italianos que han perdurado como maestros del género, tales como Giorgio Scerbanenco o Ezio d'Errico.

El origen de la colección ha de buscarse en la adquisición por parte de Maucci de derechos sobre algunas de las novelas publicadas en Italia por Mondadori, dentro de la célebre colección "I Libri Gialli" ("Los Libros Amarillos")iniciada en 1929 y concluida en 1941, una colección que experimentaría, dado su inmenso éxito en el país transalpino, múltiples declinaciones por parte de la célebre editorial. Las más importantes son "Il Supergiallo", publicada en distintas ediciones desde 1932 hasta 1941 y los "Gialli Economici Mondadori",de 1933 a 1942. Enseguida surgieron émulos de Mondadori con colecciones realizadas por otros editores, Nerbini, Garzani, Pagotto o Ponzoni, entre otros. "Los libros Amarillos", ofrecerá al lector italiano a lo largo de una década lo mejor de la literatura detectivesca, ya
que Mondadori se hizo con los derechos de la auténtica "crema del crimen". Ellery Queen, Simenon, Agatha Christie, Edgar Wallace, S.S. Van Dine, Erle Stanley Gardner, Rex Stout, y un sinfín de autores de primer nivel formaron parte del selecto elenco de maestros incluidos en la colección, que llegaría a su fin con el número 266.

Más arriba decíamos que Maucci se había hecho con los derechos de tan solo algunas de las novelas publicadas en la colección de Mondadori. La razón no es otra sino que los mencionados derechos ya estaban transferidos con exclusividad a otras editoriales españolas. Es el caso de Agatha Christie, Erle Stanley Gardner o Mignon Eberhart, autores, entre otros, cuyos derechos estaban cedidos a Molino. Simenon, por el contrario, pertenecía en aquella época a Hymsa, excepción hecha de sus primeras novelas (particularmente del género de aventuras), que fueron publicadas en España por Iberia en la selecta colección "La Novela de Aventuras". Sin embargo, cabe señalar como
curiosidad que la titularidad de los derechos sobre algunas de las obras de autores transalpinos pertenecientes a la "cuadra" de Mondadori, no debía estar demasiado clara, ya que, por ejemplo, tanto Maucci como Molino publicarían la novela de Ezio d'Errico titulada "El cuarenta y tres-seis-seis, no contesta", apareciendo en la "Colección Amarilla" con el número 38 y en la "Biblioteca Oro" con el número 249.

El color amarillo dominante en las portadas de la colección italiana, había sido ya fuente de inspiración para Molino, que lo utilizó como seña de identidad de la que ha sido probablemente la colección más importante de la historia de la novela popular española en el siglo XX. Algunos otros editores españoles, también se apuntaron a la "moda italiana" del detectivesco amarillo, aunque no siempre en colecciones exclusivas del género. Es el caso de la editorial Hispano Americana, que en su colección "La Novela Quincenal", publicada a principios de los cuarenta, utilizó en sus portadas el amarillo, a veces muy pálido, a pesar de que no todos los títulos de la colección pueden ser considerados como pertenecientes al género policíaco, detectivesco o de misterio. Ya bien entrados en los cuarenta, Saénz de Jubera, en un desesperado
intento por reverdecer sus laureles como editorial estandarte de Verne en España, lanzó una colección, en formato popular con títulos agotados en el formato de cuadernillo, cuya portada presentaba como color dominante el amarillo.

No existen referencias en los ejemplares a la fecha de edición. No obstante, de acuerdo con el autorizado criterio de Jorge Tarancón, Maucci abrió la colección en 1941 con "Enderton y el delito imposible", de Norman Charger, para concluir en 1945 con el número 51, "El misterio del pantano de Hallan" de C. Hedley Baker. Una colección inspirada por otra del mismo nombre, de procedencia Mondadori, "Las Novelas de la Palma", venía solapándose con la "Colección Amarilla
" desde 1943, constituyéndose en el único producto de Maucci dentro del género tras la cancelación de esta última.

La "Colección Amarilla
" de Maucci, enmarca la ilustración de portada en un círculo, característico de las reediciones que comenzaron a aparecer en 1932, ya que en la primera edición de "I Libri Gialli" la ilustración se hallaba encerrada en un polígono, concretamente un héxágono. Las ilustraciones de Maucci, están inspiradas en las de Mondadori, pero no coinciden exactamente. Por la firma que aparece en algunas de ellas, parece que, al menos durante algún tiempo, D. Nadal y E. Vicente se encargaron de realizar las copias o interpretaciones de las ilustraciones originales de las portadas italianas.

La paginación de la "Colección Amarilla
" es diversa, ajustándose a la extension de la novela, sin recurrir a la técnica, utilizada por Molino a partir de 1941 consistente en incluir suplementos para aprovechar los pliegos en su totalidad. El texto aparece a dos columnas, sin ilustraciones, y la calidad del papel, siempre de pulpa, puede considerarse aceptable, a tenor del estado en el que se encuentran los ejemplares en la actualidad. El precio facial, enmarcado en un rombo, era de tres pesetas en los primeros números, para pasar en el número 23 a tres cincuenta, y en el siguiente a cuatro pesetas, precio en el que se mantuvo hasta el final. Algunos números, de mayor paginación, fueron calificados como extraordinarios (Ellery Queen, "El misterio del ataúd griego", Sax Rohmer, "La isla de Fu-Manchú", Giorgio Scerbanenco, "La muñeca ciega") y costaban cinco pesetas. Es relativamente frecuente encontrar ejemplares con sobrecarga en el precio, al igual que en la colección hermana "Viajes y Aventuras", llegando a venderse hasta por diez pesetas, lo que nos hace presumir que Maucci dispuso de remanentes durante bastante tiempo después de que se cerrara la colección.

Amarillo, en el contexto de la novela popular en Italia, es sinónimo de intriga y misterio. El color amarillo, evoca inmediatamente en nuestro país la inmarcesible obra de Molino: la "Biblioteca Oro". Los colores jugaron un papel de primer orden en la estrategia comercial de las editoriales especializadas en la novela popular. Utilizados como una manera sencilla de diferenciar colecciones propias, el éxito de algunas de ellas incitó a la competencia a emular su suceso merced a la adopción del mismo color. La fabulosa revista americana "Blue Book", marcó para siempre de azul a la novela del género de aventuras. "I Libri Gialli", de Mondadori, hizo otro tanto en Europa, para la novela detectivesca. El color de la portada marca una fuerte impronta en la memoria del lector. En sentido figurado el color ha servido también para denominar a géneros enteros, recuerden la novela "rosa" ("blanca" en otros países). Recurso inteligente y, a veces, vecino de lo fraudulento, imitar un color utilizado en la portada de las grandes publicaciones pudo durante algún tiempo contribuir a aumentar las ventas de algunos editores poco originales. Con el paso de los años, todos sabemos que es la calidad de los autores, de los ilustradores y de la edición en su conjunto la que determina que una colección merezca un lugar de privilegio en la historia de la novela popular.

© Acotaciones, 2009


"VIAJES Y AVENTURAS" DE LA EDITORIAL MAUCCI

Abril de 1939, la guerra civil llegaba a su fin. Atrás quedaban cerca de tres años de conflicto desgarrador, sin lugar a dudas los más difíciles en la historia de la España del siglo pasado. En las calles, plazas y estaciones de las ciudades españolas la vida comenzaba, no obstante, a recobrar su pulso normal. Una normalidad relativa, pues buena parte de la estructura productiva de nuestro país había quedado destruída o bien había sido adaptada a las necesidades de la guerra, de manera que en aquellos años y todavía durante algún tiempo, en España faltaba casi de todo. Carencia de personal cualificado, pues a consecuencia de la guerra habían quedado diezmadas o incapacitadas un par de generaciones, falta de utillaje, escasez de materias primas (¡oh!, ¡el papel...!) debida en buena medida al bloqueo internacional que durará hasta 1955, producción energética reducida y de pobre calidad, recursos financieros limitados... todo estaba por hacer. En este contexto tendría que desenvolverse, como les ocurriría las otras, la industria editorial española. Una industria que había experimentado un considerable avance en la segunda mitad de los años veinte y la primera de los treinta, con el surgimiento de pujantes nuevas empresas, unido a la consolidación de otras que venían creciendo en el período anterior.

Del auge del mercado de la literatura popular en la década que precedió a la guerra habla por si sólo el legado inmenso que hemos recibido. Baste citar a editoriales como Juventud, Molino, Hymsa, Iberia, Sáenz de Jubera o Maucci, entre otras, que albergaron muchas de las series y colecciones que hoy forman parte indisoluble del acervo histórico de la cultura popular en nuestro país. Excepción hecha de algunos emprendedores, como Don Pablo Molino, que mantuvieron su estructura, sino intacta al menos saneada, merced a haber cruzado el Atlántico tras el estallido de la conflagración, ésta constituyó para los editores españoles un desgraciado hiato del que saldrían debilitados. Aquéllos que salieron, pues muchos tuvieron que cerrar sus puertas, desapareciendo o siendo absorbidos por otros. A pesar de la lógica desorganización en el seno de las editoriales, agravada por las carencias ya mencionadas en el plano industrial y empresarial, se produciría un hecho que iba a favorecer a corto plazo el resurgimiento del sector. Grandes individualidades del periodismo y de la cultura, unos más conocidos y otros menos, estaban disponibles, ya que necesitaban, con carácter inmediato, atender a su sostenimiento y el de sus familias. De este modo, muy pronto se formaron sólidos equipos de trabajo, con guionistas, traductores, ilustradores y editores que darían un nuevo impulso a la industria de la literatura popular. Entretanto, nada o muy poco. Muchas veces he oído a mi padre decir que en las librerías, en particular en las de provincias, no había manera de encontrar casi nada nuevo. Quien tenía unos cuadernillos de Dick Turpin tenía un tesoro, los cuatro volúmenes de "Entre los pieles rojas" de Karl May, con Old Shatterhand y Winnetou, se leían y releían sin cesar, aunque el objeto de todos los deseos reposaba en los anaqueles de la biblioteca del colegio, en forma de catorce gruesos volúmenes en tela roja estamapada en oro. Me refiero, claro está, a la inigualable edición de las Obras Completas de Julio Verne de Saénz de Jubera. Así pues, la mayor parte del escaso material era todo de preguerra, incluso buena parte de lo que quedaba en los almacenes correspondía a ediciones de los años veinte. De este modo, durante la guerra y a principios de los cuarenta todo lo que se podía conseguir, eso sí, a los nada contenidos precios corrientes y con no poca dificultad, eran los Salgari de Calleja, Araluce y Maucci, los Motta de esta última, los Verne de Sáenz de Jubera, de Bauzá o de Sopena, o los Karl May de Gustavo Gili.

Ciertamente, tan solo Molino que, como se ha dicho, había mantenido una cierta estructura durante los años del conflicto, estuvo en condiciones de salir a los quioscos en el año 1940. La extraordinaria maquinaria humana de la barcelonesa calle de Urgel se pone en marcha, no sin antes haber absorbido previamente a uno de sus competidores, la Editorial Leo, de Gustavo Gili, detentadora de los derechos sobre Karl May. El resto, tardará en afilar sus lapiceros algo más. Es el caso del otro emporio barcelonés que hoy nos ocupa, la casa editorial Maucci, cuyo relativamente amplio catálogo se había estancado antes de la guerra al no habérsele sabido dar salida en formato popular. Ahora, aprendidas las lecciones del pasado, Maucci se lanzaba con ímpetu a la conquista del mercado. Una parte de Salgari, sobre la que tenía derechos, y todo Motta, del que era único titular para España, iban a constituir la columna vertebral de una nueva colección popular. Su nombre: "Viajes y Aventuras". Casi al mismo tiempo, en clara concurrencia con la serie amarilla de la "Biblioteca Oro" de Molino, Maucci llega a un acuerdo con la italiana Mondadori para editar en España algunos de los títulos de su colección "I Libri Gialli" ("Los Libros Amarillos") que venía publicándose desde 1929 y concluiría en 1941. Ello daría lugar a la célebre colección "Amarilla" de Maucci que contará con 51 títulos de los subgéneros detectivesco y de misterio. Asimismo, Maucci se lanza al ruedo con otra colección en gran medida colusoria con la anterior. Se trata de la "Serie Detective", de justa fama por la calidad de sus títulos aunque no tanto por la de sus portadas, a la que sucederá, más tarde, la célebre "Novelas de la Palma", también centrada, en una de sus series, en el subgénero detectivesco.


Hoy nos ocupa la primera de ellas, "Viajes y Aventuras", una colección cuyo análisis presenta dificultades desde el primer momento, ya que, en línea con la tradición de Maucci, los ejemplares no van fechados, no se indica en lugar alguno su periodicidad (si la hubiere) y tampoco están numerados. Respecto a la fecha no podemos sino llegar a una aproximación a partir de indicios o referencias, ciertamente fragmentarias. Por un lado, en algunas de las contratapas de la colección "Amarilla", cuyo inicio es datado por distintas fuentes en 1941, se ofrece una lista, sin numerar, de una parte de los relatos, siempre completos, que componen la colección "Viajes y Aventuras". Por otro, en las portadas de algunos de ellos, concretamente las realizadas por Margenat, el ilustrador incluyó junto a su firma la fecha en que fue realizada: 1941. Tomando con absoluta prudencia el dato relativo a las ilustraciones de cubierta, ya que pudieron ser realizadas en una fecha y publicadas en otra, la combinación de ambos vectores sugeriría la posibilidad de que los primeros números fueran publicados circa 1942. Es tan sólo una hipótesis, que viene no obstante refrendada por la mención que Jorge Tarancón hace en su inestimable trabajo dentro de la obra colectiva La Novela Popular Española (2), página 358, a que la colección "Viajes y Aventuras" extendió su vida en el corto período comprendido entre 1942 y 1943.

A diferencia de lo acontecido con el objeto de la entrada dedicada a las obras en formato libro de Luigi Motta, donde pudimos al menos ordenar los títulos gracias a la numeración ofrecida en las contratapas por el editor, aquí no existen esos datos o no se presentan con la misma claridad. Ni siquiera sabemos cuantos se publicaron. De nuevo la autoridad de Jorge Tarancón nos conduce a aceptar que, al menos, vieron la luz 56 números, algo que el experto opta sabiamente por dejar abierto. Con toda probabilidad, ofrece una cifra igual al número de volúmenes de que dispone. Esta incertidumbre no deja de ser un reto apasionante para coleccionistas o aficionados, que algún día se tendrá que elucidar. Por el contrario, la cuestión de la ordenación, al menos en el tiempo, de los relatos que forman la colección se presenta mucho más complicada. Como quiera que fuere, quizá podamos apuntar una solución, aunque parcial y limitada, si aceptamos como buena la ordenación sugerida por la lista que figura en la contratapa de uno de los ejemplares de la colección "Amarilla", en la que figuran hasta 34, comenzando por "Los misterios de la India", de Salgari y finalizando por "Hazañas de Newton Forster", del Capitán Marryat. Más allá de esto, apenas podemos decir sino que existen por lo menos otros 22 relatos cuya situación en el tiempo no está por el momento en condiciones de ser fijada por
el que esto suscribe.

Pasando página en este tedioso, aunque para el devoto del papel de pulpa muy necesario, análisis, pasemos a abordar brevemente los contenidos de la colección. Como ya hemos señalado más arriba, ésta arranca y se desarrolla basándose en los fondos de preguerra de la editorial. Muy destacadamente Salgari y, en menor medida, Motta, conforman casi las dos terceras partes de la colección. El resto, de acuerdo con la hipótesis aventurada previamente, está centrado en la última fase de la colección y se nutre de autores bien conocidos, como Fenimore Cooper (primeras ediciones a inicios del XIX), Mayne Reid (recordemos que las primeras ediciones españolas del maestro irlandés-americano las realizó Gaspar y Roig en los años setenta de ese mismo siglo), Stevenson, Kingston, Assollant, Gerard, el Capitán Marryat y, como novedad, se introducen algunas novelas de ambiente western de autores más recientes como el candiense Luke Allan o los estadounidenses Gary Marshall y Charles H. Snow. Su presencia es, no obstante, casi testimonial y muy probablemente situada al final de la colección, lo que indica que quizá Maucci no tuvo el éxito de ventas esperado con la reedición en formato popular de los fondos antiguos y que la actualización, basada en un género como el western en el que la competencia era fuerte, no fue suficiente para mantenerla viva, toda vez que, además, los textos ofrecidos al lector salieron de la pluma de autores mas bien de segunda fila. El caso es que la colección llegó a su fin (eso sí, no sabemos con total exactitud cuándo) dejando un precioso legado que va ganando interés con el paso de los años, gracias también a la tarea de los ilustradores, entre los cuales el más prolífico, aunque no precisamente mi favorito, fue Jofrei, acompañado por un estrambótico, pero inspirado y personal, Iranzo, un correcto Vicente, un pulcro Magenat o un singular Sevillano.

Acotaciones, 2009











viernes, 17 de abril de 2009

BIBLIOTECA ORO (ESPAÑA - SEGUNDA SERIE, AMARILLA Y AZUL 132-146)

Números 132 al 146

132 Charles/James N. Nordhoff/Hall - Huracán (AZ)

133 J.J. Connington - La lotería trágica

134 J.S. Fletcher - Un muerto en los jardines

135 Erle Stanley Gardner - El caso del gato del portero

136 Rex Stout - La bombonera roja

137 Juan Montoro - El ídolo azteca

138 Edgar Wallace - La celda de la muerte

139 Enrique Guzmán Prado - El valle del olvido (AZ)

140 Erle Stanley Gardner - El caso del sonámbulo

141 J. Figueroa Campos - El misterio de los guantes negros

142 Edison Marshall - La reina del Antártico (AZ)

143 S.S. Van Dine - El misterio del café Domdaniel

144 Edward Philips Oppenheim - El hombre sin nervios

145 Juan Montoro - El misterio del hermano fantasma

146 Agatha Christie - Navidades Trágicas
















BIBLIOTECA ORO (ESPAÑA - SEGUNDA SERIE, AMARILLA Y AZUL 110-127)

Números 110 al 127

110 Erle Stanley Gardner - El caso del perro aullador

111 Max Brand - El siete de diamantes (ARG)

112 Stuart Palmer - El gato persa (ARG)

113 Jack London - Colmillo blanco (AZ)

114 Arthur Train - Gangsters de Nueva York

115 Earl Derr Biggers - La casa sin llaves

116 Ernest Haycox - El desierto plateado (AZ)

117 Agatha Christie - El misterio de la guia de ferrocarriles

118 J. A. Dunn - Rotorúa Rex (AZ)

119 Baynard H. Kendrick - Sangre en el lago

120 S.S. Van Dine - El caso del secuestro

121 Jackson Gregory - El atajo de la muerte (AZ)

122 Earl Derr Biggers - La siete llaves

123 Courtney Riley Cooper - La senda del oeste (AZ)

124 S.S. Van Dine - Matando en la sombra

125 Rex Beach - Oro de la selva (AZ)

126 Wyndham Martyn - El misterio de la biblioteca

127 Erle Stanley Gardner - El caso de la novia curiosa