237 Augusto de Angelis - Un alfiler en el corazón
238 Erle Stanley Gardner - El fiscal salva el escollo
239 Al Cody - Monturas sin jinetes (AZ)
240 Ezio d'Errico - El trapecio de plata
241 Lewis Lange - Asesinato entre amigos
242 Paul Fidrmuc - El crimen submarino
243 Leslie Charteris - El Santo en Nueva York
244 March Evermay - ¡Fue un asesinato!
245W.A./R.F. Barber/Schabelitz - Bosquejos y conclusiones
246 Barrie Lyndon - Cuando muere el día (AZ)
247 Frances/Richard Lockridge - Un muerto en el cuarto piso
248 Freeman Wills Crofts - Cenizas de oro
249 Ezio d'Errico - El cuarenta y tres-seis-seis no contesta
250 Peter Cheyney - ¡Otro traguito!
251 Anne Hocking - Seis botellas verdes
jueves, 2 de julio de 2009
BIBLIOTECA ORO (ESPAÑA - SEGUNDA SERIE, AMARILLA Y AZUL 237-251)
Números 237 al 251
martes, 2 de junio de 2009
KRAUTROCK: LOS HIERBATEROS DEL ROCK
Esta noche decido darme un baño de nostalgia contracultural para tratar de ahuyentar los fantasmas que me acechan. Me refiero a los agresivos clichés pseudointelectuales que son repetidos hasta el hartazgo por la mayoría de medios de comunicación, al ensalzamiento continuo de la cultura de masas de medio pelo como redentora de la sociedad de consumo, al pujante imperio -en suma- de la zafiedad y del mal gusto en todos los órdenes de la vida y, de manera particular, en el de las artes.
AMON DÜÜL Paradieswärts Düül (1971) FLOH DE COLOGNE - Geyer Symphonie (1973) | AMON DÜÜL II Phallus Dei (1969) ASH RA TEMPEL Amboss (1971) | AMON DÜÜL II Yeti (1970) ![]() ASH RA TEMPEL Schwingungen (1972) |
![]() |
A tal fin he rebuscado en los inagotables de fondos de la discoteca global unos cuantos títulos de eso que se dió en llamar "Krautrock" para designar al conjunto de iniciativas musicales que en la Alemania de finales de los sesenta y principios de los setenta se consagraron a ofrecer variadas declinaciones del rock progresivo y psicodélico, en conjunción con los movimientos minimalista y "avantgarde". Como ha ocurrido en tantas ocasiones a lo largo de la historia, la derrota en la segunda guerra mundial provocó en Alemania una fuerte crisis identitaria que, en el plano cultural, alcanzó de manera particular a la generación de jóvenes de los sesenta. Desechada, por impensable, la reconstrucción del genio alemán a partir de los restos de su pasado reciente, grupos de jóvenes "hippies", maoístas, anarquistas y, en general, partidarios de una contracultura "underground" que les permita alejarse de la sociedad de consumo, del mercado y de sus mefíticos vapores, pugnan por "deconstruir", es decir, ofrecer y ofrecerse mundos alternativos a partir de una estética diferente, en ocasiones con ayuda de las drogas ("kraut" significa "hierba", en alemán, aunque el LSD fue sin duda más popular entre estos soñadores).
Con fuerte base en la instrumentación electrónica, el "Krautrock" pronto abandona la intención política (representada por formaciones como Amon Düül I y Floh de Cologne) para centrarse en la tarea de caminar hacia una poética de dimensiones cósmicas (Agitation Free, Can, Tangerine Dream, Neu!, Guru-Guru, Amon Düül II, Klaus Schulze) que se nutre en ocasiones de influencias procedentes de culturas tan diversas como las precolombinas y orientales (Popol Vuh, Ashra Tempel) así como del folk septentrional. Esta nueva estética propende a la experimentación y culmina con la aparición de una segunda ola de grupos volcados en la producción de música rock de corte sinfónico (Eloy, Anyone's Daughter, Grobschnitt, Birth Control). En esta variopinta escena caben además múltiples visiones, que no siempre encajan en un modelo establecido. Es el caso de Kraftwerk (en castellano "Central Eléctrica", el más comercial de los "Kraut") o Faust (con fuerte deriva hacia el movimiento "avantgarde").
No os pongo enlaces a los discos porque, quién más, quién menos, todos sabéis encontrar las cosas en internet y, además, cada vez que pongo uno, al poco tiempo lo retiran... De todas maneras, si tenéis interés por alguno en concreto, señaláis vuestro correo en los comentarios y yo gustosamente os lo subo. ¡Ah!, por cierto, quien quiera profundizar en el anchuroso panorama del Krautrock no tiene más que visitar la web en que se presenta el contenido del enciclopédico libro titulado The Crack In The Cosmic Egg, donde pasará un rato agradable aunque sólo sea leyendo los nombres que se dieron a si mismos aquellos jóvenes alemanes de los sesenta. Unos jóvenes que todavia pudieron permitirse el lujo de viajar por este mundo a contrapelo, algo que en la actualidad resulta casi imposible.
CAN Tago Mago (1971) ![]() | ELOY Eloy (1971) ![]() | ELOY Colours (1980) |
ELOY Silent Cries and Mighty Echoes (1979) | KRAFTWERK Autobahn (1974) ![]() | ANYONE'S DAUGHTER Adonis (1979) |
POPOL VUH Das Hohelied Salomos(1975) | POPOL VUH Agape Agape - Love Love(1983) | POPOL VUH Hossiana Mantra(1973) |
POPOL VUH In Den Gärten Pharaos (1971) | POPOL VUH Seligpreisung(1973) | POPOL VUH Affenstunde(1970) ![]() |
TANGERINE DREAM Alpha Centauri(1971) | TANGERINE DREAM Hyperborea(1983) | BIRTH CONTROL Operation(1971) ![]() |
FAUST Faust(1971) ![]() | EMBRYO Rocksession (1973) | GROBSCHNITT Grobschnitt (1972) |
sábado, 23 de mayo de 2009
viernes, 22 de mayo de 2009
domingo, 10 de mayo de 2009
JULIO VERNE - AVENTURAS DE TRES RUSOS Y TRES INGLESES EN EL ÁFRICA AUSTRAL (1872)
Sin obedecer a orden o sistema alguno, tan sólo motivado por su relectura reciente, me decido a que ésta sea la primera obra del genial Julio Verne que someto a mis "Acotaciones". Si me hubiera dejado llevar exclusivamente por mi admiración a la obra del egregio maestro de la aventura nunca habría elegido "Aventuras de tres rusos y tres ingleses en el África austral" (edición príncipe, Hetzel, Paris, 1872) como apertura de una hipotética serie de entradas sobre los Viajes Extraordinarios. Me habría inclinado mas bien por el drama épico que subyace a un "Miguel Strogoff", por la doble e irrepetible epopeya que forman "Veinte mil leguas de viaje submarino" y "La isla misteriosa" o por la perfección en el relato alcanzada en "La vuelta al mundo en ochenta días". ¿Quién sabe?, acaso me habría podido decantar por el sentido de la fantasía propio de "Viaje al centro de la tierra", o puede ser que, otorgando primacía a otros valores, habría terminado por decidirme en favor del núcleo de humanidad que encierran cualquiera de estas otras dos obras maestras: "Los hijos del capitán Grant" y "Un capitán de quince años". Pero no..., no ha sido así, los azares del destino, o quizá el capricho de un cronista insomne, son los que han determinado que sea esta novela, cuyo desarrollo se muestra por momentos tedioso y cuyos personajes aparecen dibujados con perfiles difusos, a la que correspondiese el honor de inaugurar el mencionado serial.
El argumento es relativamente simple. Nos encontramos en vísperas del estallido la guerra de Crimea, e Inglaterra y Rusia, dos de las potencias que intervendrán en el conflicto, deciden organizar una expedición conjunta que llevará a seis expertos, acompañados por un guía bosquimano, al África austral, con el fin de medir el arco meridiano a la altura del desierto del Kalahari y contribuir así a la fijación del metro patrón universal. A través de descripciones ciertamente someras y bastante pobres desde el punto de vista literario -algo, es preciso decirlo, no muy usual en Verne- el visionario escritor pretende mostrar al lector las tierras que riega el Zambeze y sus desiertos aledaños, añadiéndole algo de acción y, siguiendo su costumbre, realizando cuidadosas descripciones de las tierras que describe.
En primer lugar, es preciso señalar que la repetición de pasajes relativos a las mediciones del meridiano term
ina por aburrir al lector. Entretendrá probablemente a los apasionados de la geodesia, pero se le hará pesado al resto. En segundo término, el recurso literario consistente en convertir en antagonistas a dos de los personajes al objeto de mantener una cierta tensión dramática, utilizado por Verne en varias obras, fracasa en esta novela de manera estrepitosa, pues en el caso que nos ocupa se traduce en una maniobra en exceso artificiosa. La excusa se presenta con motivo del desencadenamiento de la guerra de Crimea, a raíz de cuyo conocimiento por los periódicos el jefe del equipo inglés (coronel Everest) se enfrenta con el del equipo ruso (Dr. Strux), invistiéndose ambos a partir de entonces de un sentido de la dignidad nacional rayano, dada la situación y el lugar en que se encuentran, en el más completo ridículo. Es cierto que puede entreverse aquí cierta intención antibelicista por parte del autor, posición que encuentra apoyo en la actitud amistosa y razonable de los dos miembros más jóvenes del equipo (el inglés Emery y el ruso Zorn).

Del conjunto de los cuadros secundarios que componen la novela realmente vale la pena destacar tan sólo algunos episodios cinegéticos, así como la divertida escena de la persecución del babuino que roba el cuaderno de mediciones al estúpido calculador ruso Pallander, quien representa el arquetipo bufonesco dentro del relato. Sin embargo, entre el elenco de personajes merece una mención extraordinaria el salvaje Mokum, cuya inteligencia y sagacidad pondera Verne repetidamente a lo largo de la novela. En efecto, el cazador bosquimano demuestra conocer mejor que nadie el terreno que pisa (de acuerdo con la ficción, habría acompañado al misionero y explorador escocés David Livingstone durante sus primeras expediciones por la región y lo haría en las venideras). Tiene soluciones para casi todo (re
cuérdese como resuelve la disputa entre los dos cargantes sabios al respecto de por dónde ha de trazarse la triangulación cuando topan con una selva) y contribuye de manera directa a librar a la expedición de innumerables peligros (mata al elefante, acuchilla al babuino, identifica al espía makololo, recurre al expediente de dar de comer hormigas a los hambrientos expedicionarios durante el sitio del cerro). Además Verne nos lo describe como ventajista y algo socarrón (no olvidemos el episodio de la apuesta con John Murray sobre la muerte del rinoceronte con un único disparo). Por otro lado, la oposición salvaje bueno / salvaje malo, es presentada de forma directa y sin comedimiento alguno. Mokum y, en general, los nómadas bosquimanos aparecen como seres pacíficos y hospitalarios, mientras que los makololos, sus enemigos jurados, son taimados y sanguinarios, por lo que merecen una muerte aún menos honrosa que la de las fieras (son ametrallados en masa durante el sitio final). El guía bosquimano se muestra siempre diestro en el manejo de todo tipo de armas, incluidas las automáticas, así como reputado perito en el rastreo de pistas cuando de perseguir una pieza se trata.
En clara oposición a aquél, el cazador blanco (aquí el inglés John Murray) es retratado como un carnicero sin escrúpulos (lo mismo se vale de munición de grueso calibre que utiliza balas explosivas). Además, se muestra poco preciso, no obstante la fama que le precede (en un tiro crucial frente a varios leones que cierran el paso, solo consigue herir a uno en una pata), y se está obsesionado con la idea de matar animales (véase el gran número de disparos que realiza sobre el rinoceronte al ser retado por el sagaz bosquimano, cada uno de ellos seguido de una apuesta mayor). Finalmente, contra la costumbre del autor nantés, destaca como curiosidad el hecho de que no aparezca ningún francés entre los personajes que toman parte en la acción. Tan sólo se hace referencia, eso sí encomiástica, a los trabajos geodésicos precedentes realizados por astrónomos franceses en la carrera por encontrar la medida exacta del meridiano.
"Aventuras de tres rusos y tres ingleses en el África Austral" es, en suma, uno de los Viajes Extraordinarios que en menor medida hace honor a dicho apelativo, aunque no deja de aportar referencias útiles al lector contemporáneo. Por ejemplo, resulta conveniente
releer el pasaje en el que Mokum hace arder la selva al objeto de entender que en el mundo salvaje pueden darse comportamientos alejados de la norma en el mundo desarrollado, sin que por ello el equilibrio ecológico corra necesariamente peligro. El conservacionista de hoy se llevaría las manos a la cabeza con el proceder del indígena, quien no mide su acción en términos del hipotético impacto de la misma sobre el ambiente global, ni se muestra en absoluto preocupado por la preservación de los seres vivos y de su hábitat, como hoy lo harían quienes dictan rigurosas normas para protegerlos, contribuyendo al solaz y recreo de las razas del mundo desarrollado. El negro bosquimano tan sólo utiliza la tierra para vivir y comer de élla. Siendo pocos, entonces como ahora, los hombres que habitan esas regiones, cabe pensar que quizá puedan permitirse de vez en cuando el uso del ancestral procedimiento de la quema de la floresta. Una técnica, por cierto, más propia de grupos sedentarios que de comunidades nómadas, como aquélla a la que pertenece el simpático "hombre de los bosques" pintado por Verne, auténtico protagonista de la obra y digno de formar parte de la galería de personajes vernianos inolvidables.

En clara oposición a aquél, el cazador blanco (aquí el inglés John Murray) es retratado como un carnicero sin escrúpulos (lo mismo se vale de munición de grueso calibre que utiliza balas explosivas). Además, se muestra poco preciso, no obstante la fama que le precede (en un tiro crucial frente a varios leones que cierran el paso, solo consigue herir a uno en una pata), y se está obsesionado con la idea de matar animales (véase el gran número de disparos que realiza sobre el rinoceronte al ser retado por el sagaz bosquimano, cada uno de ellos seguido de una apuesta mayor). Finalmente, contra la costumbre del autor nantés, destaca como curiosidad el hecho de que no aparezca ningún francés entre los personajes que toman parte en la acción. Tan sólo se hace referencia, eso sí encomiástica, a los trabajos geodésicos precedentes realizados por astrónomos franceses en la carrera por encontrar la medida exacta del meridiano.
"Aventuras de tres rusos y tres ingleses en el África Austral" es, en suma, uno de los Viajes Extraordinarios que en menor medida hace honor a dicho apelativo, aunque no deja de aportar referencias útiles al lector contemporáneo. Por ejemplo, resulta conveniente

© Acotaciones, 2009
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