miércoles, 21 de octubre de 2009

DAVID DODGE - LE CALUMET DE LA GUERRE


David Dodge, Le calumet de la guerre, Coll. "Série Noire" nº 150, Gallimard, Paris, 1953

Detectives de ficción ha habido muchos, pero pocos han sido ciertamente los elegidos para ingresar en el panteón de los personajes eternos. En este caso, James "Whit" Whitney, criatura del escritor norteamericano David Dodge, seguramente yace olvidado junto a su inventor en algún rincón del cementerio de la bella ciudad de San Miguel de Allende, en el estado mejicano de Guanajuato. De profesión censor jurado de cuentas en la ciudad de San Francisco, "Whit" se convierte en detective a la fuerza tras el asesinato de su socio George McLeod en la primera de las novelas que componen la serie en que Dodge le convierte en protagonista, Death and Taxes (The MacMillan Company, New York, 1941). El relato que justifica esta entrada, Le calumet de la guerre (It Ain't Hay -que quizá podría traducirse por ¡No es heno!), cierra el ciclo dedicado al asesor fiscal. Apareció publicada por entregas, a partir del número de noviembre de 1946 del célebre magazine Blue Book.

Magnífica cubierta de la primera edición de It Ain't Hay (Simon & Schuster, New York, 1946). Nótese la excelente recreación de los efectos maléficos que en el consumidor inmoderado produce el humo del cannabis sativa.

Con créditos de ese mismo año, la editora neoyorquina Simon & Schuster imprimiría los ejemplares de la edición hard cover. La trama es simple pero lo suficientemente elaborada para hacer del relato una lectura recomendable. En una San Francisco invadida por el humo de la marihuana procedente del otro lado de la frontera, el contrabandista Barney Steele pretende hacerse con los servicios de Whitney para lavar el dinero generado a partir del tráfico ilícito de la droga. Ante la negativa del fiscalista a formar parte del juego, el rudo Steele le envía a sus matones, quienes le proporcionan una paliza de aúpa. No les descubro más sobre el entretenido argumento de una narración en la que se fuma mucha marihuana, se bebe en cantidades industriales y por supuesto también se mata con relativa facilidad. Entre las curiosidades del relato se cuenta el hecho de que uno de los que colaboran con "Whit" en su venganza sobre el traficante Steele es un pescador de la bahía de San Francisco... ¡nacido en España!.

Cartel de la versión española de To Catch a Thief (Atrapa a un ladrón, 1955)película de Alfred Hitchcock basada en la novela del mismo nombre de David Dodge

Retazos de castellano aparecen a lo largo del mismo, pues el número de mejicanos que pululaban a mediados de los cuarenta por la ciudad del Golden Gate debía de ser considerable. Acostumbrados por los telefilmes americanos de los años setenta a conocer ya sea el paisaje urbano interior de la ciudad, con sus cuestas y sus tranvías, ya sea los alrededores del famoso puente, en Le calumet de la guerre el interés del autor se vuelve hacia los tugurios de la costa, del puerto pesquero y de las playas adyacentes a la ciudad californiana. Todos ellos tan interesantes como puedan ser cualesquiera otros antros de los que pueblan la novela negra desde sus comienzos. En suma, una buena narración detectivesca salpicada aquí y allá por trazos de un moderado -en comparación con otras de la misma época- estilo hard-boiled.

* * *

David Dodge, nacido en Berkeley (California) el 18 de agosto de 1910, fue un autor particular. Al igual que su personaje, Dodge fue asesor fiscal antes de dedicarse por completo a la literatura popular. Su gran pasión fueron los viajes. Solía decir que mientras otros escritores viajaban para reunir material sobre el que escribir, el escribía para reunir dinero con el que viajar. Vivió con su mujer y su única hija en Francia, en Perú, en Guatemala y en Méjico. Allí, en San Miguel de Allende, donde muchos soldados norteamericanos (Dodge lo fue de la Navy) decidieron trasladarse una vez concluida la segunda guerra mundial, , le sorprendería la muerte en agosto de 1974. La obra que le proporcionó mayor renombre fue To Catch a Thief (Random House, New York, 1952) ya que fue llevada al cine por Alfred Hitchcock en 1955, en la película del mismo nombre, con Cary Grant y Grace Kelly desempeñando los papeles protagonistas.

© Acotaciones, 2009


David Dodge
(cortesía de la página web www.david-dodge.com, creada en su memoria)

viernes, 16 de octubre de 2009

HORACE Mc COY - ¿ACASO NO MATAN A LOS CABALLOS?

Horace Mc Coy, ¿Acaso no matan a los caballos?, Edicions 62 (Península), Barcelona, 1973 (Serie Negra Policial nº 29)

De esta pulp fiction escrita por el autor norteamericano Horace Mc Coy (1897-1955) se ha dicho en numerosas ocasiones que no se trata sino del relato de un reality show avant la lettre. Sin embargo, esta obra cardinal de la literatura popular norteamericana no es más que una pintura a lo vivo del desgarrador paisaje humano de la "Gran Depresión" que, desde otra perspectiva, abordara John Steinbeck en su obra Las uvas de la ira. Bien es verdad que el espectáculo descrito en sus páginas, un maratón de baile al que acuden parejas atraídas por premios en especie y en metálico, incluida la alimentación gratuita durante el concurso, tiene ciertos tintes de reality show, pues los bailarines son arrojados a una arena en la que el espectador se convierte en protagonista, al igual que ocurre en los espectáculos televisivos contemporáneos.

Cubierta de una edición norteamericana de ¿Acaso no matan a los caballos? (Penguin-Signet Books, New York, 1948). Pocos ejemplares deben quedar de la primera edición del libro (Simon & Schuster, New York, 1935), pues no se vendieron más que 3000.

Esto nos llevaría a equiparar el estado moral de la sociedad estadounidense en los tiempos del hambre y la miseria de la "Gran Depresión" con el de la sociedad actual, igual de zafia, pero ociosa y falsamente opulenta. Constatación errónea, pues la nuestra se parece más a las sociedades romana o bizantina apasionadas por los juegos circenses, donde el auriga (hoy el futbolista) era encumbrado como héroe nacional tanto por la chusma como por las más altas magistraturas, y los juegos (realities y no tan realities en la actualidad) eran seguidos con igual pasión por unos y por otros.

Con independencia de las comparaciones que puedan establecerse, el de Horace Mc Coy es, simplemente, un gran relato. El tratamiento de los personajes a través de un fluido diálogo, la atmósfera infernal que consigue crear, el ritmo angustioso de la narración,

"(...) LLEVAN BAILANDO...................783 HORAS
QUEDAN........................................26 PAREJAS"

resulta sencillamente magistral. Como resultado, un interés que nunca decae. El lector se identifica, compartiendo sus cuitas, con los protagonistas, Robert Syverton y Gloria Beatty -frustrados candidatos a entrar en el mundo de Hollywood que se ven obligados por la necesidad a participar en un espectáculo de ínfima categoría- y admira la generosidad de la señora Layden -patrocinadora de los pobres muchachos-. Siendo sinceros, en último extremo, el lector no hace otra cosa sino esperar con aprensión el momento de su caída final.

Pintura macabra de la sociedad norteamericana en los tiempos de la Gran Depresión, ¿Acaso no matan a los caballos? es algo más que un relato hard-boiled al uso. Es un ejercicio de pesimismo antropológico extraordinariamente reflejado por la pluma de
Horace Mc Coy. El símil veterinario que da lugar al título de la narración expresa, con la fuerza poética de una metáfora vanguardista, el vacío moral de una sociedad exhausta:

"(...) - ¿Porqué la has matado? -me preguntó el policía que iba sentado a mi lado.
- Ella me lo pidió.
- ¿Oíste ésto Ben?
- Es un muchacho muy servicial -dijo Ben por encima del hombro.
- ¿Es ésto lo único que puedes alegar?
- ¿Acaso no matan a los caballos?"


Es posible que nuestra sociedad, en muchos sentidos no tan lejana a la descrita en el relato de Mc Coy, requiera de lecturas como ¿Acaso no matan a los caballos? para tener, al menos, la valentía de contemplar su feo rostro en el espejo.


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Cubierta de un ejemplar del nº13 de la colección "Club del Misterio",con portada de Isidre Monés e ilustraciones interiores de Julio Vivas

¿Acaso no matan a los caballos? (They Shoot Horses, Don't They?, Simon & Schuster, New York, 1935, 1ª ed.) de Horace Mc Coy apenas vendió 3000 ejemplares y comenzó a ser conocida tras la segunda guerra mundial, gracias a su adopción como uno de los libros de referencia por los existencialistas franceses. La edición española que presentamos forma parte de la venerada colección "Serie Negra Policial" de las "Ediciones de Bolsillo", aparecida en los años setenta, con una pésima traducción. El relato fue llevado al cine por Sidney Pollack en 1969 y fue presentado en España bajo el título de Danzad, danzad, malditos. Como curiosidad para los más "pulperos" sirva señalar que Mc Coy fue uno de los escritores del magazine Black Mask. Recorrió las calles viviendo en la indigencia durante la "Gran Depresión" y su esposa tuvo que vender sus libros y su colección de discos de jazz para pagar su entierro.

jueves, 15 de octubre de 2009

MIKE ROSCOE - UNE TARTINE DE DÉCONFITURE

Mike Roscoe (seud.), Une tartine de déconfiture, Coll. "Série Noire", Gallimard, Paris, 1954

Como saben los seguidores más asiduos de Acotaciones, el nuestro es un blog que tiene por objeto contribuir a la difusión de la literatura popular a través, muchas veces, de un viaje sentimental en el tiempo. En esta línea se inscribe la entrada de hoy, consagrada a una de las colecciones del país vecino que mayor reconocimiento han obtenido a lo largo de los años. En efecto, la literatura policial en lengua francesa, ya sea autóctona o vertida del inglés ("américain", en el caso de los estadounidenses, rezan sus portadas), se agolpa en los anaqueles de mi memoria. En ellos ocupa un lugar de preferencia "Le livre de poche policier", derivada de "Le livre de poche", colección que M. Filippachi ideó a principios de los cincuenta con el fin de ofrecer al público los mejores títulos pasados y presentes, en edición económica pero decente, de la literatura francesa y universal. A ésta sigue en mis recuerdos, "Le masque" (la decana de las colecciones francesas), una selección de cuyos títulos comenzó a aparecer bajo la denominación de "Le club des masques", colección de la que es deudora nuestra "Selecciones de la Biblioteca Oro".

Cartel de La môme vert-de-gris (Bernard Borderie, 1953), basada en la novela de Peter Cheyney Poison Ivy (1937), con la que se inauguró la colección "Série Noire" de Gallimard. Fue traducida en castellano como Lemmy Caution.


Finalmente, se une a ambas la "Série Noire", con la que Gaston Gallimard introdujo en Francia la mayor parte de los relatos de autores americanos, llenos de tipos duros, policías corruptos, detectives privados sin escrúpulos, baby dolls y salomés del siglo XX, junto a otros personajes-tipo que configuran todo un género, la novela negra, que aún pervive hoy bajo nuevas formas, más acordes con los tiempos actuales. Dashiell Hammett, Ed McBain, Peter Cheyney, Horace McCoy, Chester Himes, Jim Thompson... ¿estos nombres les dicen algo? Por supuesto que sí. Son algunos de los príncipes de un género (plagado de subgéneros) basado en un estilo muy hard-boiled, directo, crudo, muchas veces agrio y siempre expresionista merced a sus claroscuros, que, entre otras cosas, atrajo muy pronto las miradas de los productores de cine, gracias a cuyo interés contamos hoy con obras maestras del celuloide. Fundada en 1945, la "Série Noire" adopta su formato más longevo, cubierta negra con títulos en amarillo, enmarcada en una orla blanca, en 1948, de la mano de Pablo Ruiz Picasso. En la actualidad, su fondo está constituido por más de dos mil títulos entre los que se cuentan algunos de los mejores relatos detectivescos del siglo XX.

Tanto hubiera dado que comenzásemos por éste libro que hoy presentamos como por cualquier otro, pues el resultado hubiera sido el mismo. La gran mayoría de los títulos de la colección son novelas cuya trama relativamente compleja y ritmo narrativo trepidante hacen las delicias del aficionado. Eso sí, el uso indiscriminado, pero indispensable, del argot por parte de los autores, obliga al lector a estar familiarizado con términos tales como bourrique, came, clebs, clope, gnôle, flingue, grisbi, macchabé, nigaud, piaule, schnouf, taule, valser, zigoto, zigouiller, por citar algunas de esas sonoras, vulgares, callejeras y bellas palabras de las que la lengua de Racine esta trufada. Bajo el seudónimo "Mike Roscoe", se esconden en realidad dos
investigadores privados, John Roscoe y Mike Russo, que en Une tartine de déconfiture (Slice of Hell, 1954) desarrollan una de las cinco aventuras que constituyen la serie de novelas dedicadas al personaje de Johnny April, detective de Kansas, inspirado en la figura del inmarcesible Mike Hammer.

Portada de la edición en tapa blanda (Signet Books) de Slice of Hell (Crown Publishers, New York, 1954), tercera de las novelas que componen la serie dedicada por Mike Roscoe al detective Johnny April.


Con trazos más gruesos y recursos narrativos menos logrados que los de Mickey Spillane, Roscoe consigue no obstante desarrollar aceptablemente una trama capaz de mantener la atención del lector. A pesar de expresar sus críticas sobre la predictibilidad de la trama y la poca verosimilitud de algunas de las expresiones de los personajes, el "blogger" James Reasoner, en su sección "libros olvidados", explica así porqué recomienda el libro: "... está escrito en un extraño, impactante estilo, al que uno tarda un poco en acostumbrarse, pero que resulta muy efectivo cuando lo consigues". Nada más cierto, pues la artificiosidad de los diálogos no está reñida con una relativa simplicidad que permite al lector seguir la trama sin dificultad, algo que no siempre sucede con las obras del género. Por otro lado, el protagonista transmite la suficiente confianza al lector como para adherirse, en la medida en que esto sea posible, a sus poco ortodoxos procedimientos y disparatada forma de actuar. No es Mike Hammer, pero Johnny April merece que se le reserve un lugar, aunque sea pequeño, en el elenco de famosos detectives de la literatura popular. Eso sí, en la sección de "detectives de provincias".

© Acotaciones, 2009


domingo, 11 de octubre de 2009

GRANDES AUTORES


Autores selectos de la Bibloteca Oro (III): Edison Marshall

Edison Marshall debutó como autor en el venerado y venerable magazine Argosy, para después iniciar su carrera como autor de novelas con The Voice of the Pack (1920), carrera que proseguiría con una veintena de obras de éxito entre las que podemos citar Great Smith (1943) Yankee Pasha (1947) Gypsy Sixpence (1949) o Caravan to Xanadu: a novel of Marco Polo (1952).


Autores selectos de la Bibloteca Oro (II): Mark Channing

Llega el turno ahora para Mark Channing, seudónimo de Leopold Aloysius Matthew Jones, autor británico nacido en Kentish Town (Londres) en 1879. Fue el autor de cuatro novelas de aventuras ampliamente difundidas, El Rey Cobra, La montaña envenenada y Nueve vidas, ambientadas en la India, y El Pitón Blanco, situada en el Tibet.


Autores selectos de la Bibloteca Oro (I): Edgar Wallace

La Biblioteca Oro, de la editorial Molino, inició su andadura en diciembre de 1933 de la mano de uno de los más prolíficos y singulares autores de novelas de misterio, Edgar Wallace. (...) En 1905 publica su primera y más conocida novela, Los cuatro hombres justos (The Four Just Men), iniciando así una exitosa carrera como escritor.


Don Pablo Molino y el secreto de la eterna Juventud

¡Qué sería de nosotros sin el legado imperecedero de Don Pablo Molino! En está entrada se exploran sus comienzos dentro de la editorial Juventud, su salida de la misma y las razones que le llevaron a crear la famosa "Biblioteca Oro" y la "Colección Molino", con las que se daría carta de naturaleza definitiva a la novela popular española.



Extravagancias de un lunático: Harry Stephen Keeler

¿La de Harry Stephen Keeler es la obra de un autor extravagante o de un loco genial? Desisto de hacerme esta pregunta, que muchos aficionados plantean. Me conformo con disfrutar del nuevo y, a buen seguro, gratificante reto de conseguir otra novela de este magnífico autor, como "La cara del hombre de Saturno".



Pierre Benoit, gran maestro de la aventura

La obra de Pierre Benoit constituye, en su conjunto, una contribución de primer orden al género de la novela de aventuras. Situada en el máximo nivel, tanto por su dominio de la técnica argumental como por la calidad de sus personajes y la pureza de su estilo, su producción dista mucho de poder ser asimilada a la de la mayoría de los autores convencionalmente integrados bajo esa etiqueta.



Julio Verne - Aventuras de tres rusos y tres ingleses en el África austral (1872)

Si me hubiera dejado llevar exclusivamente por mi admiración haia el egregio maestro de la aventura, nunca hubiera elegido "Aventuras de tres rusos y tres ingleses en el África Austral" para comenzar una hipotética serie sobre el autor, ya que es uno de los Viajes Extraordinarios que en menor medida hace honor a dicho apelativo, aunque no deja de aportar referencias útiles al lector contemporáneo.


Crónicas de la aventura: Luigi Motta [LISTA Y PORTADAS] [RESEÑAS HISTÓRICAS] ¡ACTUALIZADO!
Las obras de Luigi Motta fueron publicadas por Maucci entre 1925 y 1928, en formato 14 x 25 con tapas tanto duras como blandas. Más tarde, probablemente a mediados de los años cuarenta se incorporaron algunos títulos a la colección popular “Viajes y Aventuras” de esta editorial, que mantuvo su publicación hasta algunos años después de la guerra civil.

ALGO DE RUIDO

Krautrock: los hierbateros del rock ¡NUEVO!

Navidad con Waldo de los Ríos

Música y nostalgia

Acotando el rock progresivo

Procol Harum

Jethro Tull - Stormwatch (1979)