miércoles, 13 de enero de 2010

BUFFALO BILL, EL REY DE LOS EXPLORADORES (II)

Dejábamos a nuestro cazador Buffalo Bill en la trigésima entrega de sus aventuras, "El gigante misterioso", con la esperanza de retomar el hilo de esta entrada lo antes posible. Los más impacientes pueden hacer correr hacia abajo la barra lateral de inmediato. Allí encontrarán las restantes treinta portadas correspondientes a los números 31 al 60. Aprovechamos, sin embargo, esta segunda incursión en las aventuras del Rey de los Exploradores para abordar alguno más de los múltiples aspectos curiosos de la versión impresa de las hazañas del héroe americano.

Los cuadernos de Sopena -sirva señalar que, con las prisas, olvidamos decir que fueron editados en formato de 20 por 27 centímetros- responden en muchos sentidos al canon de la novela por fascículos española (seguiremos diciendo muchas veces folletín a pesar de la inexactitud del término) de principios de siglo. En primer lugar, como otros conjuntos de relatos en torno a una figura principal, Buffalo Bill se nos presenta como protagonista de episodios completos. Em segundo término, la portada responde como ninguna otra al modelo clásico por el cual la atención del público se centra, de arriba a abajo, primero en la cabecera, colorido friso en el que destaca la estampa central del héroe que descansa sobre una cinta con la atractiva leyenda "aventuras emocionantes", promesa de excitación y entretenimiento sin límites para los afortunados compradores.

Portada del número 265 de Buffalo Bill Stories, cuya ilustración inspiró al autor de la correspondiente al número 34 de la edición española

Más abajo, entre la cabecera y la ilustración de gran formato que figura en la portada, encontramos, en letras mayúsculas, el título del episodio. Un elemento éste de la máxima importancia, pues en la mayoría de los casos viene, por un lado, a hacer referencia al tema o trama central del relato y, por otro, está redactado en tales términos que el lector no puede escapar al ensalmo de unas palabras que unas veces ponen el acento en el riesgo que corre el héroe ("Naufragio espantoso", "La lucha sobre el abismo"), en otros casos en el miedo que provocan sus enemigos ("Una sociedad de asesinos", "El festín de los caníbales", "Enterrado vivo"), en muchas ocasiones en lo misterioso de su peripecia ("Misterios de la hermandad roja", "La calavera animada", "La mano del profeta"), en todas, finalmente, en la audacia, el valor y el heroísmo que deberá mostrar Buffalo Bill para superar semejantes desafíos. Ciertamente, nunca sabremos cómo recompensar a lo traductores o editores anónimos que, a lo largo de buena parte del siglo veinte, se encargaron de hechizarnos con el magnético poder de los títulos de folletines, novelas y tebeos.

Otra magnífica portada de Buffalo Bill Stories, correspondiente al número 310, que no llegó a publicarse en España

Llegamos a la ilustración de portada, obra -cuya autoría pretendemos elucidar más pronto que tarde- que viene a desarrollar la impresión producida por el evocador título. Bien es verdad que en unos caso con mayor fortuna que en otros. Entre mis preferidas están "Una sociedad de asesinos", con sus ominosos encapuchados rodeando a un impertérrito héroe cuyos ojos permanecen vendados ante tal horror; "Un hechicero infernal", ¡qué espanto produce contemplar la macabra careta del indio que trata de acuchillar a Buffalo Bill!; "El ídolo sugestionador", paradigma de ilustración en la que se misterio, terror y acción se entremezclan con felicísimo resultado; finalmente, "La mano del profeta", imagen de tintes surrealistas en la que de las profundidades de una poza, surge el renegrido brazo de un indio portador de una antorcha cuya sóla contemplación provocará escalofríos en todo aquél que la observe con detalle.

Una portada más deBuffalo Bill Stories, correspondiente al número 317, tampoco publicado en nuestro país

Terminamos este breve recorrido por los elementos que componen la cubierta de los episodios del Rey de las fronteras, con la presencia de la leyenda inferior, mediante la cual se pretende describir de manera sucinta al potencial lector lo que está ocurriendo en la instantánea que figura en el cromo. Precursora de la combinación de imágenes y texto propia del tebeo moderno, esta técnica fue ampliamente utilizada en los cuadernos folletinescos. Su utilidad práctica no puede ser puesta en duda, aunque no siempre la vista se detenga en esta tan humilde pieza de esas obras de arte menor que son las portadas de los folletines.

En cuanto tomemos un respiro, terminaremos esta serie de entradas dedicadas a Buffalo Bill con una dedicada a las ilustraciones interiores y a las ediciones extranjeras. Mientras tanto disfruten de las portadas de esta auténtica maravilla de la literatura popular española.


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(Las portadas proceden de la colección de Enrique Martínez.)

© Acotaciones, 2010

lunes, 11 de enero de 2010

BUFFALO BILL, EL REY DE LOS EXPLORADORES

Vayan por delante mis disculpas a los distinguidos amigos y seguidores de Acotaciones por la tardanza en regresar de unas vacaciones navideñas que no lo han sido del todo para quien ésto escribe. Quizá algunos piensen que la espera ha valido la pena al ver recogidos en esta entrada la totalidad de los números aparecidos del folletín Buffalo Bill, cuyas "Aventuras Emocionantes" fueron publicadas por Sopena, en distintas tiradas, a lo largo de la primera mitad del siglo pasado. En el transcurso de sesenta inigualables cuadernos, con portada en cuatricomía e ilustraciones interiores en blanco y negro, el o los anónimos autores de las aventuras del Rey de los Exploradores nos conducen por las extensas llanuras del salvaje oeste de la mano de una narración trepidante que nada tiene que envidiar a las mejores novelas del género. ¡Qué bien se leen todavía estos episodios completos de Buffalo Bill! ¡Qué galería tan fastuosa de personajes, todos éllos -principales y secundarios- descritos con absoluto género de detalle! ¡Qué maravillosas resultan estas hazañas de mentira adjudicadas al personaje real que fue William Frederick Cody!

Portada del número 243 del magazine Buffalo Bill Stories que inspiró la portada del número 26 de la edición de Sopena

La edición de Sopena se realizó con materiales procedentes del magazine semanal Buffalo Bill Stories de la neoyorquina Street & Smith. Aparecieron sesenta cuadernos, cuyas portadas se deben, de acuerdo con el autorizado criterio de Fernando Eguidazu a los
lápices de un anónimo autor que firma algunos de los cromos como "AK", quien supo reflejar todo el dinamismo, la intriga y la emoción de la aventuras del Rey de las Fronteras.

Contracubierta de uno de los números del Buffalo Bill de Sopena

Cada cuaderno consta de 32 vibrantes páginas acompañadas de ilustraciones en blanco y negro, muchas de ellas, como la de portada, inspiradas en las que aparecieron en el Buffalo Bill Stories.

Desconocemos quien fue el autor o autores de la versión española. Seguro que alguno de los doctos especialistas que nos honran de ordinario con su visita a Acotaciones, nos puede ilustrar a este respecto. Aquí van las primeras treinta portadas. Seguirán las otras treinta, así como alguna ilustración interior de regalo, en cuanto el escáner deje de echar humo. Que ustedes las disfruten.


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(Las portadas correspondientes a los números 1,3 y 9 han sido obtenidas de Todocolección. El resto proceden de la colección de Enrique Martínez.)

© Acotaciones, 2009

jueves, 10 de diciembre de 2009

AUTORES SELECTOS DE LA BIBLIOTECA ORO (II): MARK CHANNING


Tras haber dedicado una entrada al genial Edgar Wallace, continuamos presentando algunos de los mejores autores de nuestra querida Biblioteca Oro, una colección rebosante de sugestivos títulos que, en muchos casos, continúan siendo a día de hoy las primeras y únicas ediciones disponibles en lengua castellana. Llega el turno ahora para Mark Channing, seudónimo de Leopold Aloysius Matthew Jones, autor británico nacido en Kentish Town (Londres) en 1879. Channing sirvió primero como oficial del ejército en la Guerra de los Bóers (1900-1901). Concluido el conflicto, que Kipling definiera tan acertadamente en el título de su relato corto A Sahib's War ("Una guerra de Sahibs"), Channing fue destinado a la India. Participará más tarde en la Primera Guerra Mundial, en que será ascendido al grado de mayor, para retirarse finalmente del servicio activo en 1921. Fue el autor de cuatro novelas de aventuras ampliamente difundidas, El Rey Cobra, La montaña envenenada y Nueve vidas, ambientadas en la India, y El Pitón Blanco, situada en el Tibet. El protagonista de todas ellas es el agente del servicio secreto inglés Mayor Colin Gray. Tres de las cuatro fueron publicadas por la Biblioteca Oro en su serie Azul. Hasta donde sabemos, Nueve Vidas no ha sido todavía traducida al castellano. Mark Channing moriría en Buckinghamshire en 1943, a los sesenta y cuatro años de edad.

El mayor Colin Gray, que representa al servicio secreto británico en la India, el Tibet y Afganistán, se enfrenta en El Rey Cobra al "Hombre del Velo", jefe del grupo de guerreros Yanistani de la India, así como al bandido Alam Khan, conocido por el sobrenombre de "Rey Cobra". Esta trepidante Lost Race termina con el descubrimiento del reducto subterráneo de los descendientes nada menos que del legendario Preste Juan. La teoría de la tierra hueca, además de en el verniano Viaje al centro de la tierra, es un tema que ha sido tratado con relativa frecuencia en la literatura fantástica. Entre otros, dos libros que recuerdo haber leído ya hace tiempo incorporan dicho asunto a la narración. El primero de ellos, The Coming Race (La raza venidera) de Edward Bulwer Lytton, relato anticipador del uso de la energía atómica (el misterioso vril de Lord Lytton) en el que las entrañas de la tierra son habitadas por misteriosos seres de una antigua raza. El segundo, Bestias, hombres y dioses (1922), de Ferdinand Ossendowski, contiene la narración del extraordinario periplo del propio autor, alto funcionario del gobierno ruso blanco, a través de Siberia y el Asia Central en su huída de los victoriosos bolcheviques. Por mediación de enigmáticos personajes, Ossendowski llegará a trabar conocimiento con los superiores desconocidos del mítico reino de Agartha, antes de buscar refugio en China tras haber recorrido miles de kilómetros por el Tibet junto con un puñado de oficiales adictos.

La portada de la Biblioteca Oro está basada en la de la edición original. El anónimo artista hispano (¿Bocquet?) se habría limitado a añadir los dos personajes que aparecen en la parte inferior de la cubierta.


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King Cobra, Hutchinson, London, 1933 (previamente serializada en el Daily Mail)

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El rey cobra, Biblioteca Oro nº I-29, Molino, Barcelona, 1934

De la misteriosa India, Colin Gray pasará al no menos enigmático Tibet para, en El pitón blanco, visitar una lamasería donde criaturas del inframundo, a las órdenes de la gran sacerdotisa Gynia, adoran a un enorme ofidio. Nuevamente el mundo subterráneo está presente en un relato de Mark Channing. Colin Gray tendrá que enfrentarse allí al forajido Choijieff, quien pretende derrocar al Dalai Lama y hacerse con el poder absoluto, en cumplimiento de una antigua profecía. En este caso, la ilustración de portada de la Biblioteca Oro es prácticamente gemela de la edición londinense. Tan sólo difiere de ésta en la presentación de los créditos.

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White Python, Hutchinson, London, 1933

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El pitón blanco, Biblioteca Oro nº I-26, Molino, Barcelona, 1934

Finalmente, en La montaña envenenada, tercera de las aventuras del mayor Colin Gray, el agente secreto británico y su esposa Diana viajarán a los remotos montes Kuen-Lun. Ambos serán capturados por el villano Lall Behari mientras disfrutan de su luna de miel. Éste decide apoderarse de Diana y sacrificar a Gray a la diosa Gauri Jan. A lo largo de sus aventuras tendrán que superar terribles pruebas, como la aparición de un extraño y ponzoñoso gas que, surgido de las montañas, lleva consigo la muerte de quienes lo respiran.

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The Poisoned Mountain, Lippincott, Philadelphia/London 1935

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La montaña envenenada, Biblioteca Oro nº I-43, Molino, Barcelona, 1936

A pesar de que el público de habla hispana se quedara huérfano de Nueve vidas -con el que se completa la tetralogía de Channing sobre las aventuras del mayor Colin Gray- como consecuencia, probablemente, del estallido de nuestra fratricida contienda (recuérdese que Molino anunciaba en julio de 1936 la inminente aparición del número I-45 de la serie azul, El tesoro de Sierra Madre, de Boris Traven, que nunca llegaría a ver la luz) las tres novelas restantes de Mark Channing constituyen una armoniosa terna, digna de ocupar un puesto de privilegio en el parnaso del subgénero Lost Race, junto a las obras de autores de la talla de un Ridder Haggard (Las minas del Rey Salomón y otras novelas de Allan Quatermain), un James Hilton (Horizontes Perdidos) o un Pierre Benoit (La Atlántida).

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REFERENCIAS:

En el excelente blog del ilustrador canadiense John Adcock, Yesterday Papers, pueden encontrar una entrada consagrada a la novela King Cobra, en su versión aparecida en 1934 como serial en las páginas del Halifax Herald.

La ilustración de cabecera corresponde a la camisa restaurada de la primera edición americana de White Python, ofrecida por Facsimile Dust Jackets.

Las cubiertas de las primeras ediciones en inglés de King Cobra, White Python y The Poisoned Mountain proceden de la web del coleccionista Robert Weinberg, concretamente de su magnífica sección de libros raros.

© Acotaciones, 2009