¡NUEVO! BIBLIOTECA ORO ROJA nº 27, COLECCIÓN MOLINO (I) nos. 19 y 23, MAUCCI VIAJES Y AVENTURAS nº 6

LA SEGUNDA SERIE DE LA COLECCIÓN MOLINO: EL FIN DE UNA ÉPOCA

Los seguidores de "Acotaciones" más proclives a la obediencia estricta al orden cronológico se preguntarán porqué consagramos esta entrada a la seguda serie de la "Colección Molino" antes de hacerlo a la primera. No hay que darle muchas vueltas a la cuestión, baste decir que tenemos la intención de ofrecer material más "reciente" de lo habitual (total, el primer número de la colección "sólo" tiene cincuenta y siete años). De esta manera, esperamos responder a las peticiones de algunos de nuestros lectores, quienes deseaban ver al lado del añejo material que nos gusta algunos de los títulos que leyeron en su juventud. Los más puristas no deben preocuparse, prometo presentar en breve la "Colección Molino" original, así que no hará falta más que armarse con un poco de paciencia para poder disfrutar de uno de los grandes clásicos de nuestra literatura popular.

Comienzo por decir que estamos ante una colección que puede ser calificada de "transición", ya que pretendió ofrecer a los lectores de la época una muestra de los clásicos eternos de la aventura en un formato renovado, diferente al que desde 1934 venía caracterizando a la primera serie de la "Colección Molino", sin entrar de lleno todavía en el formato de bolsillo, que será el que domine el panorama editorial desde finales de los cincuenta en adelante y en el que Molino ya había hecho su entrada a través de la magnífica "Selecciones de la Biblioteca Oro". Aquélla se presentaba en un atractivo cuarto menor, con cubierta ilustrada sobre fondo rojo, en tapas tanto duras como blandas. Las tapas duras serían abandonadas hacia la mitad de la colección, coincidiendo con el retorno de Molino a España, para ofrecerse a partir de entonces tan sólo con tapas blandas.

Tras la guerra, los gustos del público juvenil, al que mayoritariamente fue dirigida la "Colección Molino", iban a cambiar. El hiato que supuso el conflicto se extendió en términos generacionales hasta los cincuenta, en que se manfiestan los primeros síntomas de un crecimiento de la tasa de natalidad, precursores del llamado "baby boom". Así pues, entre muchos de los lectores adolescentes de la primera y de la segunda serie mediará más de una década. De este modo, era preciso dar respuesta a la demanda de esta nueva cohorte de lectores de postguerra, ávidos -como los de la generación
anterior- de aventuras emocionantes, pero deseosos de vivirlas a través de productos modernos, que respondieran más fielmente a los nuevos imaginarios, como el creado por el cine, y adaptados a los espacios y estilos de vida contemporáneos.

En ese afán de renovación, la segunda serie adoptará un formato de octavo mayor "cuadrado", con tapas en cartoné blando, también ilustradas, y adornadas con el color rojo característico de la colección, aunque ahora aderezado con un diseño geométrico formado por bandas horizontales de color gris. Asimismo, una edición especial de la colección se ofreció en tapas duras de tela, destinado probablemente a un público más preocupado que el juvenil por la circunspección en el aspecto exterior de su biblioteca. El interior, al igual que en su predecesora, se encuentra profusamente ilustrado, de la mano tanto de antiguos valores del lápiz patrio (Freixas, Bocquet, Riera Rojas) como de nuevos valores de la plumilla (Coll, Moreno, Lozano Olivares). Obviamente, la nueva colección ofrecerá los textos repartidos en un número mayor de páginas, manteniendo siempre el formato a doble columna.

Enmarcada, no obstante, dentro de una cierta continuidad con la "Colección Molino" original, la segunda serie no se limita a operar meros cambios cosméticos respecto a su predecesora. Así, Molino ofrecía al lector muchos de los títulos pertenecientes a su fondo editorial que no habían sido publicados en España. En efecto, algunos de ellos habían aparecido en la versión Argentina de la "Colección Molino" y otros simplemente no habían visto la luz desde hacía casi veinte años, cuando todavía no estaban libres de derechos y, consecuentemente, sólo podían ser publicados por las editoriales titulares de los mismos. A diferencia de la primera serie, basada principalmente en Verne (primera mitad) y Karl May (segunda mitad), pero también nutrida en buen número por obras de otros autores, la nueva colección se apoyara de manera exclusiva en las obras de ambos hasta bien mediada la colección (con la excepción de dos narraciones insulares escritas por dos famosos Robertos: "La isla de Coral", de Roberto M. Ballantyne y "La isla del tesoro", de
Roberto Luis Stevenson). Será, sin embargo, en el número 25 ("El rey de la pradera") cuando aparezca una importante novedad en la colección, con la incorporación de Salgari, autor hasta entonces exclusivo de Calleja (excepción hecha de los "raros" y "falsos" editados por Maucci y de algunos títulos publicados por la "Colección Molino" en Argentina) tras la adquisición en los años veinte por parte de esta editorial de los derechos de algunas de sus obras a "La Novela Ilustrada". ¡Quién no se ha extasiado alguna vez con las preciosas ediciones primitivas de Calleja, en tela, con ilustraciones muy "fin de siglo", así como las no menos atractivas que el editor madrileño realizó en rústica con ilustraciones de cubierta por Penagos! Ya fuere por la extinción para aquel entonces de los derechos del escritor veronés, ya como consecuencia de la adquisición de los mismos por Don Pablo al declinante emporio de Don Saturnino, el caso es que Molino consigue cerrar con Salgari la terna de maestros de la aventura, lo que de paso convertirá a la serie que nos ocupa en la primera colección española (y probablemente la única) en la que títulos de estos tres grandes autores figurarán juntos.

Fechado el primer número en 1952 ("De la tierra a la Luna", de Verne), la editorial de la calle Urgel tomará en 1957 la decisión de cerrar la colección, coincidiendo con la publicación de su número 48 ("El continente misterioso", de Salgari). ¿Cuáles pudieron ser las razones que llevaron a esta decisión cuando, con seguridad, todavía quedaba bastante material para extender durante
algún tiempo su período de vida ? (Recordemos que su predecesora alargó su presencia durante diecisiete años). Suponemos que hay que buscarlas, como siempre, en las circunstancias del mercado. Como hemos señalado anteriormente, la segunda serie de la "Colección Molino" constituía un producto de transición, en la medida en que, en el apartado estético, renovaba el formato "clásico" de Molino sin entrar definitivamente en ofrecer un formato moderno, es decir, más próximo al de bolsillo. Fue, si se quiere, la respuesta del editor español más importante de su tiempo a una situación coyuntural dentro del segmento juvenil del mercado de la edición de los cincuenta. Pero es preciso tener en cuenta además que, a finales de esa década, el mercado editorial formado por los libros dirigidos a los jóvenes había comenzado a recobrar su vigor. Salido éste de su decaímiento, nuevos competidores amenazaban seriamente -al igual que en otros nichos dentro de la novela popular- la supremacía de la editorial barcelonesa.

Por un lado, heredera de la experiencia y el abolengo dentro del sector de la mítica editorial "Gato Negro", Bruguera se postulaba ya como el nuevo líder del mercado infantil y juvenil, con su batería de escritores y artistas trab
ajando infatigablemente en el lanzamiento del que sería producto dominante a partir de esa década: el tebeo. Ello condujo a sus responsables a poner en práctica una idea aparentemente arriesgada que, no obstante, acabaría siendo todo un éxito, como fue la de combinar textos convencionales con páginas en las que aparecían viñetas narradas. La colección, nacida en 1955, incluía estas viñetas, triunfando en el mercado editorial durante la década de los sesenta, desde donde prolongaría su éxito hasta casi nuestros días a través de distintas ediciones bajo la denominación de "Historias Selección". Con cientos de títulos en su haber que van desde la novela histórica a la romántica, pasando por el género de aventuras, la colección de Bruguera conquistaría el favor de los jóvenes a lo largo de dos décadas. Estas ediciones, que además estaban resumidas para facilitar su lectura (un síntoma adicional, y algo preocupante, del cambio de era), tuvieron su paralelo durante algún tiempo en otra empresa editorial de Bruguera, la "Colección Corinto".

Por otro lado, en una línea ciertamente más conservadora que la de Bruguera, comenzaron a surgir nuevas iniciativas editoriales dispuestas a lanzar colecciones consagradas a los maestros clásicos de la aventura (ahora libres de derechos), como Mateu, con su "Colección Juvenil Cadete", las argentinas TOR y Difusión (distribuídas con mayor o menor regularidad en España) o Apostolado de la Prensa, entre otras. Al mismo tiempo, editoriales que apenas habían sobrevivido a la guerra con algunas reediciones de sus fondos, como Sopena, iniciarían pronto una nueva andadura, adscribiéndose de manera progresiva al novedoso formato de bolsillo. Es decir, los nuevos tiempos exigían nuevos productos, algo que era incompatible con el mantenimiento de colecciones como la que nos ocupa. Por ello Molino, desde 1955, había salido al mercado con una nueva serie de colecciones monográficas, la primera de ellas compuesta por títulos
de Salgari, seguida, en 1957, por otra de Julio Verne y, completada en 1959, por una basada íntegramente en obras de Karl May. Estas colecciones se presentaban en formato más reducido, con cubiertas en cartoné plastificado y camisas, ambas con la misma ilustración. El producto era decididamente más adecuado a los tiempos, pues la calidad del papel, superior, el formato, en mayor medida atractivo, y las ilustraciones, más en línea con las últimas tendencias, hacían de estos libros un producto totalmente moderno. Sin que portaran el distintivo de la "Colección Molino", estas tres series pueden ser consideradas sus sucesoras naturales. Incluso, por razones comerciales, Molino decidió en el número 43 trasladar el distintivo de la serie ("Colección Molino" sobre fondo azul) desde la portada a la contraportada (¿acaso pensó en algún momento seguir utilizando la veterana franquicia en el nuevo producto, decisión que luego sería revocada para sustituirla por el nombre del autor de cada serie?).

Ciertamente, la segunda serie de la "Colección Molino" resulta interesante tanto para el coleccionista como para el aficionado por marcar el fin de una época y prefigurar algunos rasgos de la que sigue. Con élla culmina y concluye toda una tradición en la edición de obras dentro del campo de la literatura juvenil que se remonta, en España, al tercer cuarto del siglo XIX, cuando aparecieron los primeros cuadernos de Verne y Mayne Reid en la Imprenta de Gaspar. Con su cancelación, Molino, de quien no nos cansaremos de decir que su contribución a la cultura popular en España es impagable, sella probablemente el acta de defunción de un estilo de edición que perduró, con distintas variantes y -obvio es decirlo- una progresiva evolución, durante casi un siglo. Un estilo del que conservamos en la memoria nombres tan importantes como el del mencionado Gaspar y Roig, el de Sáenz de Jubera, Sopena, Calleja, Gustavo Gili o Maucci, a quienes desde las páginas de Acotaciones queremos rendir nuevamente un modesto pero sincero homenaje.

© Acotaciones, 2009

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