James Hilton, Horizontes perdidos, Biblioteca Oro no. 287, Molino, Barcelona, Abril de 1952
¿Quién no ha oído alguna vez hablar de Shangri-La, ese edénico valle perdido en medio de las montañas del Tibet, lugar de eterna primavera donde, merced al milagroso efecto de sus cristalinas aguas, la gente apenas envejece? Acaso menos de los que uno pudiera a primera vista pensar, ya que Horizontes perdidos, la novela en la que James Hilton diera vida al ficticio paraíso terrenal, apenas ha sido reeditada desde que Molino fuese la primera -hasta donde yo se- en darla a la imprenta en lengua castellana. Aquéllo fue en abril de 1952, coincidiendo con el número 287 de la inmarcesible "Biblioteca Oro". Hoy he vuelto a leerla -con sumo gusto he de confesarlo- en esa misma edición, para después ver la película en la restaurada versión que Columbia -con la ayuda de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y de la Universidad de California Los Angeles- realizó en 1998. Así es cómo se ha gestado la idea de este programa doble, libro y película, que espero sea del interés de nuestros fieles seguidores.
Sobrecubierta de la primera edición de Lost Horizon, (Mc. Millan & Co., London, 1933). Un ejemplar de esta edición príncipe se está subastando en internet, ahí es nada, con un precio de salida de 12,000 dólares
Esta aventura, si de aventura en sentido estricto puede calificarse
Horizontes perdidos, fue publicada por primera vez en su idioma original como
Lost Horizon (McMillan and Co., London, 1933), y llevada al cine por
Frank Capra en 1937, con la actuación estelar de
Ronald Colman en el papel de Conway. Digo ésto porque
Horizontes perdidos tiene mucho de aventura, es cierto, pero también de narración fantástica y de novela romántica, al tiempo que viene asimismo a engrosar el amplio censo de libros dedicados al tema de la utopía social desde que
Tomás Moro llamara
Utopía a la isla que alberga la sociedad ideal descrita en su célebre ensayo.
Tras una breve introducción retrospectiva, narrada por un testigo circunstancial de la aventura de Conway, el relato da comienzo en mayo de 1931, en la ciudad China de
Baskul, existente sólo en la imaginación de Hilton, cuyo
aeródromo hierve con el ir y venir de una muchedumbre que huye despavorida ante el flagelo de la revolución que asola el país.
Portada de la edición de bolsillo de Lost Horizon (Pocket Book no.1, Simon & Schuster, London, 1939). Para algunos, el primer libro de bolsillo de la historia. Aunque no fuera así, a la vista de la maravillosa portada envidio a quienes, sin darle mayor importancia, se hicieron entonces con la novela: ¡qué 25 centavos tan bien invertidos!
Al frente de un grupo de extranjeros, el cónsul británico Hugh Conway está encargado de evacuar a los súbditos de Su Majestad, con instrucciones precisas de transportarlos a la ciudad de Peshawar, en aquel entonces perteneciente al Imperio Británico. El último avión, en el que viaja el propio Conway en compañía de los últimos occidentales en ser evacuados, despega en medio de la ira de los indígenas, con un misterioso personaje a los mandos del aeroplano, que subrepticiamente se ha colado en la cabina del avión, sustituyendo al piloto previamente anunciado por radio. Los pasajeros pronto descubren que el avión está volando a gran altura y que, además, ha cambiado el rumbo acordado... No narraré aqui el resto de las vicisitudes de nuestros protagonistas para no privar a nuestros seguidores del placer de ver o leer Horizontes perdidos, tan sólo mencionaré que su destino final no será otro sino Shangri-La, el misterioso valle en que se desarrolla el núcleo de la peripecia imaginada por James Hilton. La excelente traducción española, a cargo de H.C. Granch (seudónimo de Enrique Cuenca Granch) va acompañada de una memorable portada de Juan Pablo Bocquet, autor también de las ilustraciones interiores, algunas de ellas ciertamente inspiradas en escenas de la película.
Ilustración de cabecera de la edición española de Molino, a cargo, como la portada, de Juan Pablo Bocquet. Deléitense con el resto de ilustraciones interiores que figuran al final de la entrada
Por su parte, el guión de Robert Riskin para Lost Horizon difiere en ciertos aspectos de la narración original pero no merma, incluso diría que añade, interés y emoción al primitivo relato. El filme recrea con fidelidad los helados paisajes de las montañas más altas del mundo y los monumentales escenarios ideados por Capra para Shangri-La -el rodaje de la película se prolongó a lo largo de un año entero y costó más de un millón de dólares (para algunos, más de dos), una verdadera fortuna para la época-, conformando una admirable pintura en blanco y negro de la utopía soñada por Hilton. Cartel anunciador de la versión cinematográfica de Lost Horizon, dirigida por Frank Capra en 1937, con un afortunadísimo Ronald Colman en el papel de Conway. El "destacado cast", como es calificado por Columbia, tampoco está nada mal en la película
Al margen del excelente trabajo de todo el equipo a las órdenes de Capra, destaca el magnífico papel de Ronald Colman quien asume el rol de Conway (aquí llamado Robert), personificación del idealismo pacifista en una época marcada por la beligerancia de la nación a la que el diplomático representa. Época ésta, el período de entreguerras, en el que se fue fraguando, merced al odio, la avaricia y la incomprensión entre los seres humanos, la horrible conflagración que trajo consigo las consecuencias de todos conocidas. Entre éllas, el caos, la muerte y la destrucción en forma de campos de concentración, de ciudades bombardeadas sin piedad, no sólo con artefactos convencionales sino, lo que es aún más grave, con bombas nucleares, como las precursoras del apocalipsis vivido en Hiroshima y Nagasaki. Hermoso flyer de la película que presenta el idilio de Conway con la joven Sondra, habitante de Shangri-La, papel interpretado en la película por Jane Wyatt, un rostro muy art-déco que casa bien con la afinada faz de Ronald Colman
Ha sido un verdadero placer pasar por las páginas de Horizontes perdidos, llenas de sensibilidad, emoción e intriga. Como también ha resultado una experiencia en extremo placentera contemplar en detalle el admirable trabajo de Capra en la adaptación cinematográfica de esta obra maestra de la aventura. Una obra por la que parece no pasar el tiempo, lo mismo que les sucedía a los felices habitantes de Shangri-La.
Una escena de la pélícula, en la que Conway escucha pacientemente lo que el decrépito Gran Lama tiene que decirle
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Horizontes perdidos (1937) una gran película que no deben perderse
James Hilton, escritor británico nacido en 1900 y muerto en 1954, es conocido mundialmente como el autor de Horizontes perdidos, novela de la que se dice es el primer libro publicado en edición de bolsillo (Pocket Book no.1, Simon & Schuster, London, 1939), aunque se trata éste de un asunto verdaderamente controvertido. Además de la película de Frank Capra, Horizontes perdidos fue llevada al cine en 1973 por Charles Jarrot, con Peter Finch y Liv Ullmann en los papeles protagonistas. Hilton escribió algunos otros bestsellers, como Goodbye Mr. Chips! (¡Adiós Mr. Chips!) que también fue llevado al cine y al teatro en varias ocasiones. Como curiosidad, sirva señalar a los aficionados, en particular los más pudientes, que un ejemplar en perfecto estado de la primera edición de Lost Horizon puede encontrarse en una subasta por internet, al nada módico precio de salida de 12,000 dólares.
Ilustraciones de Bocquet para Horizontes Perdidos (Biblioteca Oro no. 287)
Conway y Mallinson tratan de repeler a la turba que desea impedirles salir pitando de la convulsa Baskul
La misteriosa lamasería de Shangri-La se ofrece a la atónita vista de los aventureros...
Tratados a cuerpo de rey por el enigmático Chang, pero con la mosca detrás de la oreja ante tanta solicitud...
No podía faltar una atractiva mujer al lado del héroe: además ésta toca el piano...
El Gran Lama vela por su sucesión: los tejemanejes de la política siempre presentes, hasta en la remota e idílica Shangri-La
4 comentarios:
Tengo la suerte de tener en casa la edicion de Molino, comprada en su momento por mi padre, que tantas veces me recoemndó... es más que hora de seguir su consejo!
Tampoco yo la he leído... aún. Creo que siempre me tiró para atrás ese aire de utopía y esa opción por el romance y lo "filosófico" frente a la aventura... Prejuicios que caen tras su entusiasta crónica. Habrá que visitar, pues,, Shangri-Lah...
Tiene setenta y cinco años... y se notan..., pero es un clásico por muchas razones. Traten de leerlo tomando prestados los ojos de quienes lo leyeron antes. ¡Y vaya por todos ellos!
Para los que quieran leerlo y no tengan el libro a mano, el taringuero RedRequiem ha colocado un post de Horizontes Perdidos desde el que se puede acceder al texto en formato word.
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