Thomas Mayne-Reid - LAS LLANURAS DE TEJAS
"The Dead Shot" (1873)
Imprenta y Librería de Gaspar, Madrid, 1874
Traducción española de D. Nemesio Fernández Cuesta
Ilustraciones de Rico, Zarza, Gimeno y Laporta
E-book: English
"The Dead Shot" (1873)
Imprenta y Librería de Gaspar, Madrid, 1874
Traducción española de D. Nemesio Fernández Cuesta
Ilustraciones de Rico, Zarza, Gimeno y Laporta
E-book: English
"The Dead Shot" (1873)
Imprenta y Librería de Gaspar, Madrid, 1875
Traducción española de D. Nemesio Fernández Cuesta
Ilustraciones de Gimeno y de Zarza
E-book: English
(Información sobre la Biblioteca Ilustrada de Gaspar y Roig aquí) .jpg)
consideré que valía la pena echar un vistazo a las andanas de la zona más popular de mi biblioteca antes de tomar una decisión. El caso es que mi mirada se detuvo en unos anaqueles que sostenían varias filas de libros cuyos lomos, de llamativo color rojo, parecían querer atraer mi atención. A su lado, unos pocos compañeros vestían la impudicia de su tela inglesa (u holandesa, que también por ese nombre es conocida) con unas guardas, por fortuna conservadas, en cuya lomera aparecían, en mayúsculas, las iniciales "EJ". Los más aficionados con toda seguridad ya lo han adivinado, se trataba de la colección "Obras Maestras" de la barcelonesa editorial Juventud, con su casi gemela "Novelas Modernas". De éstas pasé inmediatamente a su popular, que no populachera, hermana "La Novela Azul" y de ella a los pocos ejemplares que poseo de su ilustre predecesora, la colección "Aventura". Al darme la vuelta, me topé con la estantería en que descansan plácidamente los provectos ejemplares de
la "Biblioteca Oro", de la editorial Molino. Juventud... Molino... duelo de titanes. ¡Pero cómo no pude haber caído antes! ¡Y yo me considero un aficionado al misterio! La idea estaba clara... ¡El secreto! ¡Hablaría del secreto!
que lleva por título Les edicions infantils i juvenils de l'editorial Joventut (1923-1969) de la que es autora Mónica Baró Llambias, de la Universidad de Barcelona y cuya lectura recomiendo vivamente (está disponible en la web de esa universidad) ya que se trata de una contribución excepcional en medio de un panorama, como el español, en el que la literatura popular como sujeto científico se halla en la más absoluta incuria. Más tarde, en 1934, Juventud lanzará al mercado una nueva colección "La Novela Azul", inspirada tanto en el nombre como en la presentación de sus portadas y, hasta cierto punto, en sus contenidos, en el célebre magazine norteamericano "Blue Book". "La Novela Azul" entrará en competencia con la "Biblioteca Oro", de Molino, lanzada tan solo un año antes. Particularmente con su serie "Azul" (siempre el azul), pero también con la serie "Amarilla", pues al lado de los mencionados Curwood, Kyne y Zane Grey, figurarán importantes firmas del género de misterio, como Leslie Charteris o Edgar Wallace. A diferencia de la colección de Molino, "La Novela Azul" no seguirá publicándose después de terminada la guerra.
Azul" fue, desde el principio, ligeramente superior: una peseta contra los noventa céntimos de la "Biblioteca Oro". Juventud optó por añadir a los números corrientes (cuarenta y nueve en total) dieciocho números extraordinarios, entre ellos tres "tarzanes", que incluían el soberbio "Tarzán en el centro de la Tierra". En suma, detalles que acaso pudieron influir en el hecho de que, tras el conflicto, "La Novela Azul" dejara de publicarse. Pero hay algo más que detalles. A la hora de comparar ambos proyectos editoriales y analizar su salida al mercado español de la novela popular en los años treinta es preciso tener en cuenta lo siguiente. En primer lugar, que Don Pablo del Molino fue accionista al cincuenta por ciento de la editorial Juventud desde 1932, año en que le son traspasadas las acciones de su madre, Doña Concepción Mateus, fundadora de la editorial junto con los dueños de la Sociedad General de Publicaciones, Julio Gibert y José Zendrera. A partir de ese momento Don Pablo pasa a ser subdirector de Juventud, con el señor Zendrera como Director. En 1933, Don Pablo se separa de la sociedad para fundar la suya propia con el éxito que ya conocemos. Todas estas informaciones son citadas por Mónica Baró a partir de los contenidos, hoy desaparecidos, de la web de la editorial Molino. No obstante ello, la entrada "Editorial Molino" de Wikipedia, firmada con las iniciales de Luis Antonio del Molino Jover, ofrece idéntica información, pero amplía los detalles en torno al origen de la separación, tras el traspaso de las acciones de Doña Concepción:
En primer lugar ha de tenerse en cuenta que Juventud contaba con bastante experiencia en el formato popular con "La novela Rosa" y con la colección "Aventura", cuyo precio, que no figuraba en todas las portadas, era relativamente asequible (una peseta), pero que ciertamente estaba todavía anclado en la filosofía del folletín, ya que muchos de los títulos estaban serializados en dos y hasta en tres entregas. "La Novela Azul", ofrecerá, como hemos dicho, una novela completa en cada entrega y el precio, de nuevo una peseta, figurará ostensiblemente en la portada. Como quiera que fuese, la idea de las tres series, una imitando a los "gialli" de Mondadori, otra al "Blue Book" y una tercera, en realidad la que llevaba el número uno, en un color rojo que causaría confusión con la "Colección Molino" y desaparecería tras la reunificación, era sencillamente brillante. Al diseñar tres productos en la misma colección se hacían economías de escala (maquetado, impresión, distribución). Al estar "personalizados", diríamos hoy, no se harían la competencia unos a otros (Mondadori lo sabía bien). Finalmente, en lugar de una, se venderían tres o cuatro novelas en un corto espacio de tiempo, dependiendo de la periodicidad, primero deecenal, luego quincenal, más tarde mensual.
separación tuviera que ver asimismo el hecho de que los "altos y bajos" a los que hace referencia Don Luis Antonio habían alcanzado entonces un nivel por encima de lo aceptable para las partes. Una sóla cosa es cierta, la separación se produjo y Don Pablo dio en la diana, batiendo no sólo a Juventud sino también a otro fuerte competidor, la también barcelonesa Hymsa, que saldría asimismo a finales de 1933 con "La Novela Aventura" de la mano de Sintair y Steeman, Simenon y los distintos autores que daban vida a Sexton Blake, entre otros. Y digo batiendo sin tener datos objetivos sobre la mesa, ya que en la época no existían cifras oficiales de difusión, aún menos para este mercado. Tan sólo me baso en el número de ejemplares que han sobrevivido de unas y otras colecciones, cuya relación para el período 1933-1937 es aproximadamente de tres a uno a favor de la "Biblioteca Oro", si bien es cierto que Molino mantenía tres series bajo esa denominación. En suma, aquél día de 1933 debió de ser una jornada dura para ambas partes, pero sin duda marcó un hito en la historia de la cultura popular hispana.
Cayó en mis manos durante las pasadas Navidades un número de la revista mejicana Replicante, en el que se consagra una sección a autores que han merecido en algún momento el calificativo de "malditos". En dicho elenco figuran, entre otros, Drieu de la Rochelle y Céline. Muy atinada, en mi criterio, la elección hecha por la publicación, pues ambas son personalidades centrales de la moderna literatura francesa. En el caso de Céline, de la literatura universal. El escritor peruano Mario Vargas Llosa es el encargado de trazar un perfil de este último, semblanza en la que advierto notables aciertos y, al menos, una cuestión sobre la que me permito discrepar. El mencionado artículo me proporciona una inmejorable excusa para compartir con los lectores de Acotaciones retazos de mi experiencia personal con el controvertido autor.
coetáneos: la libertad del individuo. Una libertad basada en el receloso desprecio de las grandes corrientes ideológicas, todo ello en el siglo, precisamente, en el que éstas alcanzaron su apogeo. Una libertad que consiste exactamente en dejar que cada cual la administre como le plazca, hipotecándola o incluso destruyéndola, llegado el caso. Se bien que esta tesis encontrará muchos opositores, pues Céline, el hombre, el escritor, el personaje, víctima de sus propias palabras, pareció regocijarse en el hecho de no ser comprendido. Mucho de lo que a bastantes de sus contemporáneos les fue, y todavía les es hoy, con toda generosidad disculpado, a Céline no se le perdona. O, mejor dicho, no se le perdona pública, oficialmente, pues sólo basta con echar una ojeada a los estadillos de ventas de la editoriales para comprobar que todavía hoy se venden por millares los ejemplares de sus obras. Y no se le perdona por haber tenido el atrevimiento de cometer un error, si se quiere, más de un error.
últimos debe afeárseles su coducta por el hecho de remitirse a textos cuyo tenor literal se está citando parcialmente o se desconoce por completo. Cuando los haya terminado de leer, usted habrá simplemente convertido en tesis lo que no era hasta entonces sino hipótesis, y se habrá convencido de que todo lo que se pueda decir al respecto del odio que Céline sentía en aquél momento hacia el sionismo y lo israelita es verdad. Por cierto, casi no quería mencionarlo, ya puestos no dejen de leer un quinto panfleto titulado À l'agité du bocal (1948), en el que nuestro autor pone a Sartre en el sitio que le corresponde. De todos modos, cuando pasen por las páginas de los famosos libelos, tarea por otra parte harto ingrata, sepan que lo harán en contra de la voluntad del autor y de su propia esposa, quien siempre ha manifestado su oposición a que sean reeditados. Sabio y prudente proceder que persigue el doble obejtivo de no contaminar más la imagen de su difunto esposo, quien se arrepintió toda su vida de su publicación, algo que, en cualquier caso, no le eximió en absoluto de la responsabilidad de haberlo hecho (miren lo que le ocurrió a él y, peor aún, lo que le pasó a su editor Denoël), y al mismo tiempo de evitar que se levanten nuevas y estériles disputas en torno a su contenido. De todos modos, nadie en su sano juicio lo haría, si no fuese para hacer ganar dinero a los miles de asociaciones y grupos que se le echarían encima para llevarle a los tribunales. ¿Se preguntan cómo los he leído yo? Muy sencillo, busquen la respuesta en la pantalla a la que están ahora mismo mirando. El ideal de libertad celiniano adopta nuevas e inesperadas formas.
dónde la inteligencia que Céline tiene de los hombres y de las cosas, unida a la lucidez de su genio impar y extraordinario, hace nacer al maestro de la literatura contemporánea. Con formas que se encuentran a caballo entre lo convencional y lo novísimo, nace en el Viaje al fondo de la noche (1932) y continúa en Muerte a crédito (1936), las dos únicas novelas que parecen merecer el juicio favorable de Vargas Llosa, a quien casi había olvidado. Se desarrolla y perfecciona a partir de Guignol's Band (1944), creando en el plano formal algo distinto a la novela que hasta entonces conocimos y culmina en Fantasía para otra ocasión (1952), momento a partir del cual la vida y la literatura se entremezclan de tal modo que definitivamente Céline pasa a ser autor y protagonista del resto de su obra. Aquí es, precisamente, donde se sitúa mi discrepancia, discúlpeseme el atrevimiento, con el egregio académico.
a sus textos. La lectura de Céline a partir de Guignol's Band exige haber llegado a un punto de madurez, de insensatez -o de ambas cosas- en el que la necesidad de transfundirse literatura en forma de texto celiniano puede con cualquier remilgo, contención o prejuicio. Si se comienza por el Viaje... o por Muerte a crédito, todo va razonablemente bien. Uno puede continuar o abandonar, pero rara vez quedará indeciso, atascado en una situación intermedia. Si, por contra, se escoge cualquiera de las otras entradas, Céline le recibirá a uno a bofetadas, corriendo así el grave riesgo de odiarle para toda la vida. He de decir que quienes lo intenten, al menos le tendrán inquina con cierto conocimiento de causa y no de oídas, insisto, como tanta otra gente se la tuvo a lo largo de su vida y todavía hoy se la tiene. También sus panfletos, ya citados, han tenido que ver con la aparición de este clivage celiniano.© Enrique Martínez, 2009