Hace algún tiempo que nuestra querida amiga Laurie Powers, ilustre miembro de esta nuestra cofradía de los pulps a quien muchos de los lectores de Acotaciones ya conocen por su excelente blog, aceptó gentilmente nuestro ofrecimiento de contar con un artículo suyo sobre el género del western, tan apreciado en España e Hispanoamérica. Aquí está por fin, en versión castellana de quien escribe cotidianamente en este blog, este soberbio compendio del saber “pulpero” de Laurie Powers en el que la autora pretende, y creo que consigue, congraciarnos con un género, el western, en ocasiones injustamente calificado de menor por algunos especialistas, pero que sin embargo está reclamando urgentemente ser colocado en pie de igualdad con los otros grandes géneros de la literatura popular. Por gentileza de la autora, ilustra esta entrada una brillante serie de portadas de western pulp magazines de la mejor época, en algunos de los cuales figuraron relatos debidos a la pluma de su abuelo, Paul S. Powers, creador, entre otros personajes, del célebre Sonny Tabor, uno de los héroes de papel que constituyó la columna vertebral de la popular y prestigiosa publicación norteamericana Wild West Weekly. Queremos expresar nuestro sincero agradecimiento a Laurie por el honor que nos hace hoy al colaborar con Acotaciones, no sin antes dejar bien claro que los errores y omisiones que el lector pudiera advertir han de ser colocados única y exclusivamente en el debe del traductor, quien espera no haber alterado significativamente el sentido y la intención que la autora ha querido dar al original.
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Probablemente ningún género se halla tan relacionado con la historia de América como el western. A medida que la frontera norteamericana iba siendo explorada y conquistada a comienzos del siglo XIX, hubo hombres que fueron tomando nota de lo que allí sucedía. Muchos de ellos, incluso, escribieron relatos de aventuras sobre lo acontecido en esos años. Cuando el primer pulp magazine de la historia, el mítico Argosy de Frank Munsey, apareció en los quioscos allá por 1896, los relatos del oeste y de héroes como Buffalo Bill estaban ya firmemente asentados como personajes de las dime novels. Así que sólo era cuestión de tiempo el que las historias ambientadas en el oeste americano se convirtieran en temas recurrentes de los pulp magazines.
Ejemplar de la New York Dime Library, que incluye una historia de
Buffalo Bill (National Cowboy and Western Heritage Museum)
Buffalo Bill (National Cowboy and Western Heritage Museum)
El vaquero, héroe por antonomasia del western del siglo XX, no surgiría como protagonista de las novelas del oeste hasta que en 1905 se publicara The Virginian, de Owen Wister. The Virginian constituyó un hito de la novela popular que llegaría a convertirse en modelo de referencia para los magazines del oeste que le siguieron. La gente quería más y, de este modo, la figura del vaquero siguió evolucionando hasta convertirse en el tipo más popular de héroe del oeste americano.
The Virginian. A Horseman from the Plains, de Owen Wister,
publicada por primera vez en 1905 (foto: US Library of the Congress)
A medida que los pulp magazines fueron adquiriendo mayor auge, entre los años 1910 y 1920, la demanda de dime novels comenzó a declinar, siendo absorbidos progresivamente sus lectores por los pulp magazines. Muchos de ellos no eran más que dime novels reconvertidas. La dime novel Buffalo Bill, durante tantos años principal fuente de ingresos para su editor, la Street & Smith, fue reconvertida en 1917 en el Western Story Magazine.
En los años veinte, comenzaron a surgir pulp magazines especializados en relatos del oeste, como Western Story Magazine, West Magazine, Far West Stories y Wild West Weekly. No obstante, los relatos del oeste eran todavía un pilar fundamental de los pulps generalistas como Adventure, Popular Magazine, Blue Book y Short Stories, y continuarían siéndolo hasta que estas publicaciones dejaron definitivamente de circular.
Ya en plenos años treinta, los pulps del oeste superaban en ventas a cualquiera de los otros géneros, incluidas las novelas de detectives. Entre 1920 y 1945, se publicaron al menos 162 cabeceras distintas del género western. Tan sólo en 1940, se ofrecían en los quioscos 36 diferentes pulp magazines del oeste. Durante este período aparecieron muchas secuelas y derivados, así como varias publicaciones centradas en un sólo personaje, como Pete Rice, cuyo magazine, Pete Rice Magazine, contó con bellas ilustraciones de portada a cargo de Walter Baumhofer.
Muchos autores célebres escribieron novelas del oeste para los pulps. Frederick Faust, que firmaba con el seudónimo de Max Brand, fue el más famoso de ellos y, para algunos, también cabría el honor a Frederick Faust de haber sido el más prolífico escritor de novelas populares de todos los géneros. A la nómina de egregios autores que dominaron el western de la época se añaden los nombres de W.C. Tuttle, S. Omar Barker, Allan Bosworth y J. Allan Dunn. Algunos escritores llegaron incluso a poseer sus propios magazines, como Walt Coburn y Luke Short (seudónimo bajo el que se escondía la pluma de Fred Glidden). Junto a ellos, muchos pulp writers conocidos dentro de otros géneros, como Frank Gruber y Hugh Cave, también hicieron incursiones en la novela del oeste.
Mi abuelo, Paul S. Powers, escribió para uno de los más célebres pulps del oeste, Wild West Weekly, un magazine que comenzó publicándose como dime novel en 1902. Bajo este formato, cada número consistía en un único relato largo centrado en el personaje del ranchero Billy West y su cuadrilla del rancho “Circle J”. Sin embargo, coincidiendo con su paso hacia el formato pulp, en 1927, el contenido del magazine experimentó cambios, siendo el principal la aparición en un solo número de varios relatos, protagonizados cada uno de ellos por diferentes héroes. Muchos de los personajes que fueron apareciendo a lo largo de los quince años siguientes fueron creados por mi abuelo.
Los dos heroes del western más conocidos que salieron de la pluma de mi abuelo, Sonny Tabor y Kid Wolf, solían aparecer cada tres semanas. Se incluían en las llamadas novelettes, relatos que acostumbraban a contar con un número de entre 12.000 y 15.000 palabras. Otras novelettes, con diferentes protagonistas, como Freckles Malone, Johnny 45 o King Kolt, se deben también a su pluma, así como centenares de cuentos y relatos cortos. En total, Paul Powers escribió al menos 440 relatos para Wild West Weekly, de los cuales 120 exclusivamente consagrados al personaje de Sonny Tabor. La mayor parte de ellos fueron firmados bajo el seudónimo de Ward M. Stevens.
Pete Rice también dio el salto y apareció en algunos relatos dentro de Wild West Weekly. En estas historias, conocidas como “colaboraciones”, Pete Rice se uniría a alguno de los héroes del Wild West Weekly, como Sonny Tabor. Dichos relatos aparecerían firmados por los creadores de ambos personajes, Sonny Tabor y Pete Rice, en calidad de coautores de la historia (“por Ward M. Stevens y Austin Gridley”), pero me consta que, al menos en uno de los relatos de Pete Rice/Sonny Tabor, mi abuelo fue autor en solitario del mismo.
El western continuó siendo uno de los géneros más populares y longevos dentro de los pulp magazines, incluso después de que comenzara el declive de los pulps, coincidiendo con la Segunda Guerra Mundial, cuando las restricciones en el papel obligaron a muchos de estas publicaciones a cerrar sus puertas. No obstante, algunos pulps del oeste siguieron viendo la luz hasta bien entrada la década de los cincuenta y uno de ellos, Ranch Romances, continuó su andadura nada menos que hasta 1971.
Una vez que la mayoría de los pulps del oeste dejaron de publicarse -a lo largo de la Segunda Guerra Mundial y tras su conclusión- los escritores de westerns comenzaron a dispersarse. El más famoso, Frederick Faust/Max Brand, murió en el frente italiano, en 1944. Sus relatos todavía se reeditan hoy. Otro de ellos, Louis L’Amour, siguió escribiendo durante unos pocos años para los pulps, hasta principios de los cincuenta, decidiendo adoptar enseguida la nueva moda de las novelas de bolsillo. Muchos autores, como Chuck Martin, empezaron a escribir para Bantam, Dell y otras editoriales de libros de bolsillo. En los cuarenta y primeros cincuenta, mi abuelo siguió escribiendo de forma esporádica para los pocos western magazines que todavía estaban en pie, pero su principal empeño durante ese tiempo fue la redacción y la publicación de su novela más importante, Doc Dillahay (1949).
En la actualidad, los pulp westerns están experimentando un verdadero renacimiento entre coleccionistas y aficionados a los buenos relatos del oeste al viejo estilo, siempre llenos de acción y, en ocasiones, de buen hacer literario. Algunas de las mejores historias están siendo reimpresas y figuran en muchas de las antologías del género. Asimismo, relatos que en su día aparecieron en los pulps han sido llevados recientemente al cine, como el que proporciona argumento a la película 3:10 to Yuma (2007), que cuenta con Russell Crowe y Christian Bale como estrellas principales. Es nuestro deseo que este impulso no se detenga, pues hay muchos -y muy buenos- relatos del oeste que merecen ser desempolvados para seguir alimentando los sueños de los lectores de hoy como lo hicieron con los de antaño.
Del artículo, © Laurie Powers, 2011
De la introducción, © Altés, 2011
De la traducción, © Altés, 2011
De la traducción, © Altés, 2011
Sobre la autora:
Laurie Powers vive en Los Ángeles, California, donde desarrolla su actividad como escritora y editora. Es la creadora del magnífico blog Laurie's Wild West, dedicado fundamentalmente al análisis y difusión del pulp norteamericano. Ha publicado recientemente el libro Pulp Writer: Twenty Years in the American Grub Street, donde se recoge la vida y la obra de su abuelo, el escritor Paul S. Powers.
2 comentarios:
Una muy agaradable sorpresa leer este articulo de Laurie. Yo mismo he colaborado en su blog hace ya meses y puedo dar fe del cariño que muestra por el western.
...Interesantísimo artículo, información de primera mano de la que vale su peso en oro... Hasta me han dado ganas de emprenderla con alguno de los Max Brand que publicó la Biblioteca Oro, y eso que el western, con agradarme, no es mi género predilecto...
Bienvenido de nuevo, don Altés; esperemos que sus ausencias no sean tan prolongadas...
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