¡NUEVO! BIBLIOTECA ORO ROJA nº 27, COLECCIÓN MOLINO (I) nos. 19 y 23, MAUCCI VIAJES Y AVENTURAS nº 6

EXTRAVAGANCIAS DE UN LUNÁTICO: HARRY STEPHEN KEELER

Trabajando en una próxima recopilación de los dos pulps intemporales -en todo el sentido de la palabra- dentro la literatura popular española, "Círculo del Crimen" de Fórum y "Club del Misterio" de Bruguera, me encuentro con la que, según todas las informaciones, es hasta el presente la última edición en castellano de una obra de Harry Stephen Keeler. Se trata de "La cara del hombre de Saturno" ("The Face of the man of Saturn"), una de las extravagancias del algo lunático -¿y también genial?- autor norteamericano. Mi conocimiento de Keeler era limitado y muy lejano en el tiempo, pues se remontaba a la lectura de "Las gafas del señor Cagliostro" (editorial Reus) hace ahora aproximadamente veinte años. Merced a ciertas excursiones por la Red sabía, no obstante, que Keeler llegó a ser un autor muy vendido en su país de origen durante sus primeros años para constituirse en escritor casi marginal a lo largo de los últimos, aunque precisamente en España contara siempre con numerosos aficionados y seguidores. A quien desee saber más sobre Keeler, su vida, su obra y sus particular forma de construir una narración, le aconsejo visite la página de Alberto "Sobórnez" Oyarbide y, si conoce el inglés, no deje de leer el artículo de Leonard Pierce "Madness in his Method. The Unparalleled Universe of Harry Stephen Keeler", texto documentado, ameno y, sobre todo, muy bien escrito.

"La cara del hombre de Saturno" es ciertamente una novela detectivesca aderezada con las personales pinceladas de este singular escritor. Siguiendo su costumbre, las tramas se suceden y entremezclan de manera abrupta, confundiendo a veces al desconcertado lector, pero nunca defraudándole. Esta novela constituye además un ejemplo de metanarración, ya que enjareta en sus páginas (capítulo 12) el relato titulado "La extraña historia del dólar de John Jones", cuya base argumental reside en el disparatado cálculo de lo
que rendiría en el año 2935 un dólar invertido mil años antes, al tres por ciento de interés anual. Dejando de un lado las críticas que quepa hacer a su particular modo de contar una historia, se me antoja que es posible entender la novela como un ejemplo genial de hasta qué extremos se puede llegar en el género detectivesco cuando el autor otorga más importancia a la complejidad de la trama que a la descripción de los ambientes o de la naturaleza física o moral de los personajes. Por otro lado, resulta tentador establecer un análisis comparado de la complejidad como rasgo propio de la literatura de Keeler respecto a ese mismo elemento en la obra de Jacques Futrelle o de S.S. Van Dine . En efecto, como resultado de ello puede llegar a pensarse que las dotes de observación y lo intrincado de los razonamientos de un Van Dusen ("la máquina pensante") o el cerebro ordenado y sutil de un Philo Vance se ven hasta cierto punto caricaturizados en "La cara del hombre de Saturno". Caricaturizado digo, pues la desbordante intuición del periodista Jimmie Kentland se muestra tanto o más eficaz que los alambicados procedimientos de los dos ilustres detectives mencionados, ya que es capaz de moverse como pez en el agua en el disparatado mundo "keeleriano". Un mundo en el que acontecimientos que se verifican ene el Chicago contemporáneo se concatenan con hechos acaecidos años atrás en el África francesa, todo ello oportunamente salpimentado con historias de espionaje, asesinatos, chantajes, robos más o menos audaces y repentinas muertes, que terminan por desembocar en un resultado coherente aunque difícilmente previsible por el lector. Un lector al que poco importa ya quien sea el culpable, pues su gozo está en saborear la frenética sucesión de "sketches" que la obra de Keeler ofrece a cada paso.

¿Obra de un autor extravagante o de un loco genial? Desisto de hacerme esta pregunta, que muchos aficionados plantean. Me conformo con disfrutar del nuevo y, a buen seguro, gratificante reto de conseguir otra novela de Keeler si olvidar alguna de las películas que se rodaron basándose en sus relatos, como "Las noches de Sing Sing". Desideratum: ansío que desde El Desván se nos ilustre pronto sobre este particular. Ya sabe, queda usted emplazado Abuelito...


(Todas las imágenes excepto la de la edición de Fórum han sido tomadas de la web de la Harry Stephen Keeler Society)


© Acotaciones, 2009

2 comentarios:

El Abuelito dijo...

Recarambola, señor Altés, pues no pide usted nada...! Echarle el guante a esas Noches de Sing Sing no es moco de pavo, pero le garantizo que si algún día ocurre, la resña irá al Desván enseguida... Conocía a Keeler de vista, pero no lo había leído hasta hace poco, llevado por el entusiasmo que delatan los escritos de Sobórnez. Las gafas... me gustó, pero este Hombre de Saturno, cómo decirlo... me rompió la cabeza. Efectivamente esa intercalación de cómo la humanidad llega al socialismo perfecto gracias al dólar de John Jones muestra que Keeler no es un escritor de intrigas al uso. ¿Loco? Hombre, tanto como eso...genio, genio, tampoco... lo que no puede negársele es una percepción muy sigular del mundo, aparte de una habilidad increíble para engarzar tramas absurdas y llevarlas a un crescendo que no puede dejar de provocar el placer del lector, y más si éste es, como yo, amante de lo extravagante.
Un delicioso post, que dicen los modernos.

E. Martínez dijo...

¡Mi dilecto Abuelito por aquí! Gracias por venir. Me había olvidado hasta hoy de revisar la puerta de atrás del blog... Todavía no me he hecho con "El misterioso Sr. Wong", que usted glosara en "El Desván" con la maestría y el ingenio que le son propios.

Hablando de otra cosa... Sabe usted por Acotaciones que me confieso seguidor de Pierre Benoit. En "La Atlántida" aparece un personaje en el corte de los que habitan su ático: Antinéa, la cruel devoradora de hombres. Paseando por IMDB, encuentro varias versiones que atraen mi interés. Seguro que conoce alguna... ¡Cómo me gustaría verlas aparecer por sus dominios!